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Gipuzkoa contrasta modelos de referencia internacionales de participación ciudadana

Expertos de Dinamarca, Suiza y México han dado a conocer las iniciativas que desarrollan en este ámbito en el Congreso celebrado en Tabakalera

24/11/2017

Hoy se ha celebrado la segunda jornada del I Congreso de Participación Ciudadana de Gipuzkoa en Tabakalera,  cuyo objetivo es compartir y difundir experiencias de éxito que desarrollan en este ámbito tanto instituciones locales como internacionales de referencia. El encuentro de hoy ha tenido como ejes la presentación de experiencias de participación ciudadana modélicas en 3 ámbitos internacionales; Dinamarca (MindLab), Nuevo León (Consejo Cívico de Instituciones) y Suiza (Universidad de Berna).

La jornada ha dado comienzo con la conferencia “Participación: propuestas, ideas, escenarios” a cargo de Thomas Prehn, CEO de Mindlab, el laboratorio líder en el sector público del mundo, integrado en el Gobierno danés, y pionero en la transformación organizacional, los cambios de comportamiento y el liderazgo compartido en el sector público. Prehn ha explicado que su trabajo es inspirar a los responsables políticos y funcionarios para convencerles de que “deben tener la capacidad de trabajar de manera innovadora y entender lo que esto implica, si quieren servir mejor a la sociedad. No queremos ser un think tank sino un do thank, hacer, mostrar lo que se puede hacer en el sector público. Somos ese anticuerpo cultural del sistema, fomentamos otra cultura de hacer las cosas en las organizaciones”.

Mindlab agrupa en su equipo a ingenieros, antropólogos, sociólogos… “No trabajamos en el desarrollo y aplicación de los proyectos, son los funcionarios quienes lo hacen. Les ayudamos introduciendo la perspectiva del usuario final. No se trata de resolver síntomas sino el verdadero problema. De lo contrario, podemos encontrarnos con la solución perfecta para el problema equivocado. Y en cada proyecto hacemos un experimento y elaboramos prototipos. Cualquier idea es una placa sobre la que podemos experimentar”.

Mindlab anima a los trabajadores públicos a introducir “pequeños cambios en su trabajo diario. A cuestionarse su trabajo, su vocabulario, sus rutinas para ir cambiando el sector público poco a poco. Tenemos que ser capaces de trabajar en una sociedad donde hay un cambio disruptivo y muy rápido, además a nivel global. Es importante que el funcionario trabaje de forma ágil. Eso implica una cesión de poder por parte de los niveles altos de la administración a los inferiores, por que éstos necesitan una red de seguridad, y pueden tropezar una y otra vez hasta alcanzar el éxito”.

Se han contrastado también otras dos experiencias internacionales, “Hacer de lo público un reto compartido”, de la mano de Sandrine Molinard, Directora General Consejo Cívico de Instituciones de Nuevo León (México) y la “Participación política en las votaciones populares suizas”, de la mano de Anja Heidelberger, investigadora de la Universidad de Berna.

Molinard ha dado a conocer el trabajo que desarrollan en el área metropolitana de Monterrey, con 5 millones de habitantes. Una zona que ha estado tradicionalmente a la vanguardia del emprendizaje en el país, generando grandes impulsos de cambios sociales que han tenido su impacto en todo México, pero que en los últimos años se ha visto afectada por la delincuencia organizada y la corrupción. A través del Consejo, se activó la participación ciudadana y la rendición de cuentas. “30 organizaciones civiles se aliaron para hacer frente a la apatía ciudadana y la desconfianza hacia los partidos. Se definieron diez demandas ciudadanas de seguridad, transparencia y recuperación de los espacios públicos. Demandas medibles y realizables en 3 años, cuantitativas”.

Ello implicó, según Molinard, “lanzarse a lo desconocido. Se consiguió el compromiso de los políticos en campaña y se publica periódicamente información sobre los avances en los citados, haciendo también campañas intensivas en redes sociales. Estamos reconstruyendo la relación entre gobierno y ciudadanía desde la colaboración. Todos aprendemos en el proceso, ciudadanos y gobierno; los ciudadanos entienden mejor el trabajo de los funcionarios y de los gobernantes, y el gobierno desarrolla una mayor empatía hacia los responsables políticos”. En su opinión, urge hacer de lo público “un reto compartido, sin esperar a que el gobierno solucione nuestros problemas.  La nueva gobernanza se construye de abajo hacia arriba. Los problemas son más complejos y rebasan en mucho la capacidad unilateral del gobierno”.

En su alocución, Heidelberger ha desgranado el modelo suizo de democracia directa. En el 80% de los ayuntamientos, los pequeños, se realizan asambleas ciudadanas, al menos una vez al año, donde los ciudadanos pueden participar en todos los proyectos y se vota a mano alzada: “Esto tiene un impacto en el nivel positivo de la confianza y satisfacción de la ciudadanía, aunque en estas votaciones locales persiste todavía la brecha de género en la participación”. Asimismo, se realizan votaciones populares cuatro veces al año en los diferentes niveles administrativos del país, y si se reúnen 50.000 firmas, la ciudadanía puede votar sobre cualquier cambio de ley.

Estas últimas iniciativas generan una gran atracción mediática. “Se crea mucho debate en temas como la reforma de las pensiones o la integración de los inmigrantes. Es importante que se debata y se dialogue más allá del voto. No siempre ganan o pierden los mismos porque en Suiza hay mucha diversidad, pero si tenemos que trabajar para garantizar los derechos de las minorías”. En Suiza casi todos los gobiernos son de coalición y se trabajan los consensos, lo que ha restado importancia a las elecciones, con una participación del 48% en 2015. En las votaciones populares ronda el 44%. Según la experta suiza, hay un 20% que nunca participa y un 15% que siempre. El resto varía según el tema o su complejidad, la importancia.

Por su parte, el director de Participación Ciudadana Joseba Muxika, que ha analizado “La Participación ciudadana como práctica colaborativa”. “Muxika se ha referido a Etorkizuna Eraikiz como un modelo de gobernanza abierta y colaborativa que parte de la base de que “hoy en día, los políticos y los gobiernos necesitan las capacidades y recursos que poseen actores no políticos y extra-gubernamentales. La política tiene que dejar de mirar a la sociedad como una fuente de problemas. Pero también es necesario que la sociedad deje de considerar a los políticos como un mundo aparte, desconectado de la realidad, porque para afrontar los desafíos actuales y para resolver los problemas sociales políticos y sociedad tienen que sumar capacidades”.

Sin embargo, a su juicio, la participación no debe entenderse “como una cuestión táctica. Ni impulsarla con el único objetivo de legitimar políticas. Tampoco deben beneficiarse solo los grupos de presión organizados. Ni olvidar la pluralidad y diversidad de la ciudadanía. Cuando apostamos por la participación es porque queremos crear las condiciones para unas relaciones de cooperación estables con la ciudadanía organizada y no organizada. Generar relaciones sinceras, de confianza es posiblemente el reto más importante al que nos enfrentamos. No basta con hacer llamamientos a participar y compartir. Tenemos que demostrar nuestra voluntad de compartir”.

Si bien los distintos gobiernos de la Diputación y ayuntamientos vienen organizando procesos de participación, ha indicado que ésta “sigue siendo una gran desconocida en amplios sectores políticos y sociales, porque las formas tradicionales de hacer la política y gestionar la administración, las formas no participativas, están tan arraigadas que la prioridad es hacer visibles y operativas nuevas reglas de juego. La participación es una cultura y un elemento central de esa cultura es que la ciudadanía comprenda que la participación es un derecho. Un derecho que a la ciudadanía le corresponde ejercer y que los políticos debemos respetar y favorecer”.

  

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