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Liderar el futuro de la sostenibilidad

Artículo de José Ignacio Asensio publicado en Diario Vasco.

09/07/2018

El principal deber de las instituciones y de los políticos que tienen la responsabilidad de gobernarlas, es garantizar a la ciudadanía unos servicios públicos de calidad, que resuelvan los problemas del día a día, mejoren su calidad de vida y protejan sus derechos. En el caso de los residuos también es así; el debate es necesario pero la principal obligación es resolver la recogida y el tratamiento de los residuos que todos y todas depositamos a diario en sus respectivos contenedores. Esta no es una cuestión de futuro, es una cuestión de presente, de salud pública, de compromiso y responsabilidad. Compromiso y responsabilidad que brillaron por su ausencia en aquellos que dejaron a Gipuzkoa sin infraestructuras y sin soluciones.

El debate y la participación son también asuntos de primer orden, especialmente en las cuestiones que afectan al medio ambiente y a la sostenibilidad. Así está reconocido legalmente y todas las normas o proyectos de cualquier tipo que se tramitan en el Departamento de Medio Ambiente de la Diputación Foral de Gipuzkoa, cuentan con procesos para la información pública y recogida de alegaciones, que son reforzados cuando es necesario con procesos de deliberación, participación, etc. Así se hizo en su día con el PIGRUG, que contó con un taller de participación con metodología homologada por la Unión Europea; más recientemente, se ha desarrollado un proceso de deliberación participativa en el marco de la aprobación de la estrategia de cambio climático GK2050 y está previsto hacerlo en el proceso de elaboración del nuevo Plan de Gestión de Residuos de Gipuzkoa 2019-2030.

Pero una cosa es la participación y otra tratar de disfrazar la imposición de los criterios propios bajo el manto y el mantra de la participación y el debate infinito. Los procesos de participación tienen un marco, un principio y un final. Cuando finalizan, es necesaria la honestidad y la madurez suficiente para aceptar el resultado.

Lo que no resulta aceptable es reclamar que el proceso vuelva a empezar hasta que el resultado sea el que uno desea, aun a riesgo de que la gestión del servicio público quede paralizada y en grave riesgo. Insistir hasta imponer el criterio propio, esconderse tras la participación y arrogarse la representación de la sociedad para legitimar las posiciones propias, son conductas más propias de ideologías de corte totalitario que de sociedades democráticas.

Gipuzkoa ha necesitado casi veinte años para encontrar una solución razonada, razonable y sostenible al problema de sus residuos. En el transcurso de este período de tiempo, ha habido procesos de participación ciudadana, comités de expertos, evaluaciones por parte de instituciones guipuzcoanas, vascas y europeas, y finalmente una Norma Foral que se aprobó por una amplia mayoría en las Juntas Generales de Gipuzkoa, que es el Parlamento del territorio y, por tanto, su máximo órgano de participación. No es de recibo que los mismos que pasan por encima de todo ello, de la voluntad ciudadana y de sus representantes, vengan a proponer que todo vuelva a empezar.

Gipuzkoa tiene una solución para sus residuos que le va a permitir liderar la sostenibilidad. En un año, el Complejo Medioambiental de Gipuzkoa estará operativo y los vertederos serán un mal sueño del pasado. La nueva infraestructura permitirá mejorar los índices de recogida selectiva y reciclaje, superaremos el 60% en 2020, y nuestro territorio se consolidará como el más avanzado de Euskadi y del Estado en el cumplimiento en los objetivos europeos en la materia.

Los residuos no reciclables serán aprovechados también para obtener una energía, considerada en la cumbre de Paris como renovable y beneficiosa para frenar el calentamiento global, por el ahorro que supone en el consumo de combustibles fósiles. Todo ello con un servicio público moderno; con un coste inferior al que hoy pagamos, por la mala gestión de algunos; con infraestructuras para responder a las necesidades de Gipuzkoa que trabajarán bajo control público, y con un planteamiento totalmente sostenible basado en el aprovechamiento de todos los recursos presentes en los residuos.

Este es el futuro que merece Gipuzkoa. Un futuro de compromiso sostenibilidad, responsabilidad y servicio público. Un futuro para liderar la sostenibilidad.

  

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