El ajuste y los cambios de estampas

Los forjadores comprobaban periódicamente la buena coincidencia de las dos mitades de la biela forjada. Cuando esto no ocurría, se debía a que las estampas, que estaban fijadas a la maquina fuertemente con cuñas de acero metidas a presión, se habían movido de su posición original.

Los forjadores debían corregirlo y para ello interrumpían su trabajo y hacían volver a los troqueles a su posición correcta golpeando fuertemente las cuñas con mazas o porras de acero de unos 8 a 10 kilogramos de peso, que manejaban con sus dos brazos.

Un trabajo similar debían hacer para soltar las fijaciones cada vez que se cambiaba el modelo de pieza que se forjaba, o cuando los troqueles se deterioraban por los continuos golpes, lo que ocurría cada 5.000 o 6.000 piezas forjadas, o varios días de trabajo.

Las dos estampas, que pesaban del orden de 60 a 70 kilogramos cada una, debían ser retiradas de la maquina a mano y de la misma forma se colocaban las nuevas que las sustituían, que debían ser fijadas de nuevo fuertemente con las cuñas introducidas a fuerza de violentos golpes.