El taller

Estaba instalado en un local de reducidas dimensiones, con frecuencia el bajo de una casa o una tejavana, en la que se disponía de una pequeña fragua alimentada con carbón de madera, y a la que se insuflaba aire por medio de un fuelle de madera y cuero accionado a mano por medio de una pértiga. Junto a ella se disponía de un yunque apoyado en un grueso madero y un recipiente, frecuentemente una piedra vaciada a la que se había labrado un hueco, que contenía agua utilizada para enfriar las herramientas de trabajo y para templar las tijeras.

El local necesariamente debía disponer de un ventanal para que por él entrara del exterior la luz natural que permitía al artesano fabricante de tijeras, efectuar las operaciones de mas detalle.

Junto a este ventanal se situaba una mesa o banco en la que se encontraba fijado un tornillo de apriete, y sobre ella diversas herramientas. Se completaba el taller con una o dos piedras de desbastar y afilar generalmente de piedra arenisca natural, de forma circular puestas verticalmente y que trabajaban girando con su eje horizontal apoyado en dos maderos. Estas piedras disponían de una manivela excéntrica con la que se las hacia girar accionándola con las manos o con el pie, lo que con frecuencia era labor del aprendiz.

pablo lopezquintanaArtesano actual forjando una hoja de tijera. Su forma de trabajar no supone cambios importantes respecto a la del siglo XVI. (Foto tomada de La Labranza y Transformación Artesanal del Hierro en Taramundi y Los Oscos, de Pablo Quintana Lopez)