Proceso de elaboración artesanal de un cuchillo de monte

Para José Marí y César la elaboración de uno de estos cuchillos es sobre todo un proceso creativo en el cada pieza es única y en la que se materializa su imaginación. Al iniciar su trabajo el artesano ha desarrollado una idea y un diseño diferente a sus anteriores elaboraciones, y en función de ellas ha elegido los materiales que utilizará.

Comienza su labor con la elaboración de la hoja metálica, para ello dibuja sobre una cartulina el perfil de la hoja y del mango que desea construir, y recortándolo con unas tijeras obtiene una primera plantilla que coge con su mano y comprueba como se adapta a ella y a la idea inicial. Si no es conforme la recorta o deforma hasta encontrarla a su gusto.

Utilizando este trozo de cartulina como plantilla marca su perfil sobre la chapa o llanta de acero, y seguidamente lo recorta utilizando una tronzadora eléctrica manual de disco, previa sujeción de la llanta de acero en un tornillo de banco.

Terminado el recorte arregla las irregularidades y elimina asperezas y cantos vivos con la misma máquina utilizando como herramienta lijas. Terminadas estas labores queda perfilado el cuchillo sobre el metal y cogiéndolo en la mano comprueba si es cómodo, si se podrá manejar adecuadamente y si responde a las expectativas y diseño deseados. En caso de que no lo sea lo retoca hasta encontrarlo a su gusto.

Continua marcando con un rotulador la zona a desbastar para obtener el filo y la ubicación de los agujeros para los pasadores que sujetaran las cachas al mango. Colocada la hoja nuevamente en el tornillo de banco y con la misma amoladora con disco de lijas comienza a desbastar la zona que será el filo, primero de forma grosera para eliminar mucho material, después en la lijadora de banda va igualando y perfilando "las mesas" que formarán el filo. La zona rebajada de la hoja corre a lo largo de la hoja y se curva hacia la punta. En estos trabajos también utiliza una pequeña amoladora de sobremesa.

De esta forma utilizando una u otra máquina y abrasivos cada vez más finos, va desgastando, dando forma a la hoja y al filo y dejando un acabado cada vez más fino.

El artesano hace todo este trabajo con empeño y paciencia, sin prisa y sin tener en cuenta el tiempo empleado, su única referencia es obtener una pieza acabada lo mejor posible y a su gusto.

Terminada la forma de la hoja le pone su marca consistente en unas letras iniciales de su nombre que las graba con un punzón. La siguiente operación es el temple. Si el acero utilizado es inoxidable, lo envía a templar a una empresa especializada en tratamientos térmicos pidiendo una dureza de 58 a 60 HRC. Esto es debido a la dificultad de controlar las temperaturas de estos aceros para su temple. Si trabaja con aceros al carbono, lo templa él mismo calentándolo en una fragua o un pequeño horno de gas propano y enfriándola bruscamente en agua o aceite dependiendo del acero. El artesano controla la temperatura de la pieza visualmente por el color del material.

Vuelve a pulir la hoja en la lijadora para quitarle el negro originado por el temple y le da el último filo, con frecuencia con un ángulo de entre 9 y 12 grados y seguido de un segundo filo de entre 9 y 25 grados, con lo que quedará muy resistente aunque no conseguirá que por ello corte más.