Listeros

Al listero puede considerársele en cierta manera como un antecedente de los jefes de personal, siendo sus funciones básicas el control de las horas de presencia de los trabajadores y del trabajo realizado, y en ocasiones, incluso de la aplicación del régimen disciplinario. También podían ocuparse de los ingresos de nuevos trabajadores y de sus traslados interdepartamentales. Se elegían entre los empleados de plena confianza de la Dirección o se contrataban del exterior exigiéndoseles  cumplimiento estricto de las normas o los hábitos de la época.

Su primera tarea era acudir a la portería para anotar los números de las chapas no retiradas, lo que permitía conocer los trabajadores que no habían llegado a la hora de entrada, que en caso de no justificarse (enfermedad, retraso de los trenes etc.) suponía habitualmente una sanción. Hasta la implantación de las hojas o bonos de trabajo, que se generalizó hacia 1950/1955, aunque en algún caso hasta dos décadas antes, lo que se veía seriamente dificultada por los problemas de los trabajadores para su cumplimentación, recorrían todos los puestos en los que se trabajaba a prima o destajo para anotar el número de piezas que se habían realizado el día anterior lo que servía para calcular una parte fundamental de su salario, para lo que tenían que “pesar, contar y medir”, o bien alguna de estas tareas. La picaresca era muy frecuente para obtener una mejor retribución.

El control de las horas de presencia de los trabajadores y de las primas o destajos obtenidos por los que trabajaban por este sistema, permitía al listero facilitar una información imprescindible para los que tenían que confeccionar las nóminas.

La gran demanda de los trabajadores de las comarcas guipuzcoanas industrializadas sobre todo a partir de 1960, atrajo a un gran número de emigrantes que llegaban por ferrocarril o autobuses y que se contrataban por su apariencia externa y en ocasiones sin mayor conocimiento, y sin ningún reconocimiento médico.

En la reglamentación sidero-metalúrgica, más avanzada que la de otras actividades, los horarios de trabajo anuales llegaban a las 2.340, lo que obligaba a trabajar también los sábados, con vacaciones de muy pocos días. Hay que llegar a 1970 para que una Ordenanza reduzca el horario anual a 2.105 que además "deben distribuirse de modo que no se preste servicio los sábados por la tarde". Las horas actualmente trabajadas (unas 1.750) supone una reducción de 590 (más del 25 %) y 355 (el 15 %) respectivamente.

Los primeros años cincuenta el pago del salario se llevaba a cabo semanalmente entregándose el dinero personalmente en un sobre, para pasar poco después a hacerlo quincenal y mensualmente. La entrega de "anticipos" era frecuente. En no pocas empresas surgieron problemas cuando se pasó al pago (a finales de los años sesenta) mediante talones bancarios o abonos en cuenta corriente por ser prácticas entonces usuales de entregar a la familia una parte (obviamente la mayor) de la nómina, reservándose otra para  las necesidades personales del trabajador, lo que dificultaba las prácticas precedentes.

En las normativas laborales de la época el listero aparecía diferenciado dentro de la categoría profesional de subalterno. Los primeros años sesenta su retribución mínima era 17 pts./día, poco menos que los oficiales administrativos de segunda (18.0). Los jefes de esta clase percibían hasta 35 pts. Al igual que hemos señalado anteriormente, la percepción real era superior.