La fabricación tradicional

La fabricación de cuerdas se ha realizado en nuestro País, en el pasado, al aire libre debido al espacio que requería esta actividad. Generalmente se trataba de lugares específicos situados fuera de los centros urbanos.

Al cordelero le ayudaba un aprendiz, casi siempre un niño, llamado en Navarra "maca" y cuya función fundamental era darle movimiento a la rueda.

Su primera tarea era llevar al lugar a trabajo los útiles necesarios y montar las instalaciones que básicamente eran la rueda de madera con una cuerda alrededor (llamada cuerda doble) que movía las poleas, varios soportes, gancho para torcer que dirige el material, la trompa de boj o castaño (donde los hilos que van a formar la cuerda se van retorciendo entre sí), "lometas" para recoger los rollos y varias cuchillas y tijeras.

El cordelero reunía alrededor de su cintura los manojos de cáñamo de los cuales tomaba una hebra que retorcía, obteniendo el primer hilo,amarrándolo en el gancho de la rueda, que recibía el movimiento de rotación por medio de un torno accionado manualmente por el aprendiz. Mientras caminaba hacia atrás, el extremo del hilo así formado se va estirando, y sacando hebras de cáñamo de su cintura que se van retorciendo sobre sí mismas formando el hilo. Con la mano izquierda va dando salida (alimentando) al cáñamo en cantidad suficiente para que el hilo resulte del diámetro deseado, en tanto que con la derecha, en la que tiene un trapo de lana, va apretando el hilo así formado. La mayor o menor torsión del hilo obtenido, depende de la velocidad con que el cordelero retrocede y giran el gancho y la rueda. Finalmente, uniendo y retorciendo varios hilos obtiene las cuerdas deseadas cuyo grosor depende del número de hilos utilizados.

Jose Manuel ZufiaurreJosé Manuel Zufiaurre en el viejo telar utilizado en la fabricación de cabezadas para caballerías. (Foto Amaia Ros 02/97).

Cuando se llega a la longitud deseada se arrolla en las "tornetas" formadas por dos gualderas en cruz y unidas por travesaños de madera y tirantes de hierro y al cual por medio de un eje soportado por dos cojine­tes se le da movimiento de rotación.

Este oficio requería una notable habilidad y larga experiencia pues del tacto de las manos y del ritmo con que avanza el cordelero depende en buena medida la calidad del producto obtenido.

La consideración social de estos artesanos ha sido buena, lo contrario de la retribución que percibían si se tiene en cuenta los requerimientos necesarios y las condiciones de trabajo (al aire libre) pues hacia los años cincuenta un cordelero experimentado ganaba unas 300 ptas. y el ayudante 75, a la semana.

Jose Manuel ZufiaurreJosé Manuel Zufiaurre trabajando en su cordelería. (Foto Amaia Ros 02/97).