El acopio y la preparación del esparto

La primera fase requería la recogida del esparto, su secado y majado.

Para arrancar el esparto sin las raíces se agarraba una mata, enrollándola en la mano y se tiraba hacia arriba con un golpe seco obteniéndose un puño o puñejo que se pasaba a la otra mano. Se continuaba el acopio sujetando manualmente la planta dándole una vuelta sobre el esparto de la otra (lo que evitaba que se dañara la mano) y tirando con fuerza. En otras regiones se utilizaba un palo llamado arrancadera en el que se envolvía la planta. En Sesma varios puños, que se depositaban sobre el terreno, formaban las mañas y con cinco o seis de éstas las manadas. A su vez el gabejón se completaba con siete u ocho de estas últimas. Era frecuente que el espartero, en el espartizal, elaborara vencejos para atar los gabejones.

El esparto recogido de color verde se transportaba en caballerías hasta las eras comunitarias próximas al centro urbano o a zonas cercanas al domicilio de cada espartero. Se procuraba recoger la materia prima necesaria para todo el año aunque cuando no era posible había que repetir los acopios cuantas veces fuera necesario.

Aunque el proceso de preparación del esparto es muy parecido en las distintas regiones los nombres con que se conocen las distintas operaciones suelen ser en ocasiones diferentes.

Proceso productivoProceso productivo, según Julen Zabaleta.

Para llevar a cabo la operación de secado, conocida como hacer la tendida se extendía el esparto en el suelo, limpio y seco, al sol, unas puntas en una dirección y las otras en la contraria en forma de abanico durante quince o veinte días, al cabo de los cuales se le daba la vuelta, posición con la que permanecía otros diez o doce jornadas, con lo que se lograba que se evaporaran los jugos y se evitaba el riesgo de putrefacción al almacenarse posteriormente. Al mismo tiempo la planta perdía peso y el color verde inicial cambiaba a el amarillento característico del esparto, tras lo que podía depositarse en graneros, establos o desvanes.

Mientras se llevaba a cabo esta operación la lluvia constituía un riesgo permanente pues podía perjudicar el esparto por lo que en caso de preverse precipitaciones había que retirar la planta a sitio cubierto para continuar el proceso cuando desaparecía el peligro.

La última fase que requería la preparación del esparto, es el majado cuyo objetivo era deshacer las fibras en hilos dejándolos blandos y flexibles ablandarlo en la terminología de los esparteros. Se llevaba a cabo, al aire libre, sobre toda la longitud de la planta, puntas (lo más importante) cuerpo y rabos. En opinión de los esparteros veteranos era la operación que requería mayor esfuerzo físico porque sufrían mucho las manos. Habitualmente lo llevaban a cabo los hombres al amanecer para que las mujeres tuvieran materia prima para hilar durante el día.

Las piedras de majar tenían en un extremo una estaca vertical en la que se sujetaba una cuerda que en el otro lado (en el suelo) se apretaba con el pie, colocándose debajo la manada de esparto a majar. El trabajador iba golpeando las plantas con golpes rápidos y rítmicos del mazo primero un lado y luego el otro, hasta conseguir hilos elásticos.

La duración de la operación se calculaba a ojo llegando en condiciones habituales a la media hora por cada manada. Los días helados y de sol eran los más adecuados para llevar a cabo el majado ya que en caso de niebla y humedad el esparto se escarchaba.

Las machacaderas, o piedras de majar, solían ser de propiedad privada aunque en caso de no utilizarlas su dueño, las usaba cualquier espartero