Dos familias de guarnicioneros

Melchor Vicente, un experto guarnicionero

Nacido en Estella en 1916, Melchor Vicente inició el aprendizaje del oficio a los siete años en el taller de su padre, Martín, experto guarnicionero. Como era habitual en la época, la observación y la realización de trabajos cada vez más complejos, fueron fundamentales para el progreso en el oficio. El hecho de que su abuelo poseyera una línea de postas entre Estella y Calahorra, favoreció el desarrollo del negocio paterno, al tener que realizar aperos y reparaciones para las mulas que tiraban de los carros.

Melchor VicenteMelchor Vicente de Estella trabajando en su taller. Al fondo, el cuadro de herramientas.

Sin embargo, su ingreso en el "cuerpo de especialistas guarnicioneros" del ejército, en 1937, tras una oposición fundamentalmente práctica que duró cuarenta y cinco días, determinó su actividad profesional. Tras más de cuatro décadas especializado, sobre todo, en la fabricación de sillas de montar y en su reparación, se retiró a los sesenta y cinco años. Hay que destacar, que siempre utilizó herramientas de su propiedad, por cuyo uso y desgaste, el ejército le abonaba veinticinco pesetas anuales, pago que no se modificó en todo este tiempo. En los últimos años, realiza trabajos, algunos, verdaderas obras de arte, por encargo o para ferias de artesanía.

Cuadro de herramientasMagnífico cuadro de herramientas de guarnicionero, propiedad de Melchor Vicente de Estella.

Recuerda que en la década de los años setenta del siglo pasado, sólo en Estella había siete talleres de guarnicionería, en donde trabajaban dos o tres personas en cada uno y que fueron cerrando uno tras otro.

Once herramientas utilizadas por los guarnicionerosOnce herramientas utilizadas por los guarnicioneros. (Dibujo de Yulen Zabaleta).

 

Los Vélez de Puente la Reina

Hay constancia de que al menos desde mediados del siglo XIX, Feliciano Vélez se dedicaba a la guarnicionería en la villa navarra de Puente la Reina, actividad que continuaron sus hijos Salustiano y Máximo, padre de Feliciano Vélez Medrano (1943) que sigue la profesión. Se incorporó al taller familiar en 1958, con quince años, aprendiendo el oficio por observación a las tareas que llevaban a cabo los maestros guarnicioneros, en interminables jornadas laborales.

El taller de los Velez, tradicionalmente ha atendido la demanda de guarnicionería de los agricultores del entorno de Puente la Reina. Los precios de los servicios de guarnicionería que prestaban, entre Enero de 1921 y Septiembre de 1922 (que se cobraban por períodos anuales), iban desde, tirantes de "bravant" a 22,5 pesetas unidad, dos almohadillas para labranza 30 ptas. y "dejar las viejas", un collaron de cuero de primera 15 pesetas (en 1985 unas 3.000), dos sillines completos para labrar viñas 44 pesetas y setenta años más tarde unas 1.500, y un par de abarcas 10 pesetas, hasta, los arreglos de una almohadilla 4,25 pesetas o dos fustas con las varas 5 ptas.

Feliciano VélezFeliciano Vélez de Puente la Reina en su taller de guarnicionería (Carmelo Urdangarin 09/2001).

También comercializaban algunos productos como las "botas" de vino de tres litros 4,25 pesetas y los yugos "para pareja de bueyes" a 7,5 ptas. y alquilaban otros como, "pellejos" para transportar vino de las bodegas a casa del cliente, habitualmente tabernas (siete pesetas/día).

Hacia 1980, Feliciano Velez empezó a fabricar artículos de regalo, como fuelles con motivos o adornos según la demanda del cliente (escudo de Navarra, Lauburu, etc.) y collares para cencerros frontales o kopetakuak, que se destinan a la decoración, además de cinturones, albarcas para dantzaris, correajes y cabezales para las estructuras de los gigantes utilizados en las fiestas y renovación de tapizados de sillas y butacas, entre otros artículos.