Trabajo muy duro

Los grupos de trabajadores contratados, entre cincuenta y hasta más de un centenar, se desplazaban en autobús de línea desde su domicilio hasta Orbaizeta, Otxagabia o Isaba. El recorrido final hasta el lugar de trabajo se hacía a pie, provistos de la ropa necesaria para su trabajo y los utensilios y herramientas de su propiedad que iban a utilizar en su labor. No es difícil imaginar los últimos momentos junto a su familia antes de una separación tan larga, pues la "temporada" duraba desde marzo "hacia San José", hasta finales de noviembre o principios de diciembre, según las condiciones climatológicas.

La primera tarea era la construcción de la txabola donde iban a pernoctar de 12/14 metros de largo por unos 10 de ancho y dos de altura en su parte más baja. Necesariamente debía ubicarse en las proximidades de algún arroyo a fin de disponer del agua suficiente para las necesidades de los trabajadores (condimentar la comida, limpieza y aseo, etc.)- Los tablones necesarios los obtenían talando árboles que se colocaban en los laterales, mientras para el tejado utilizaban papel-brea o en algunos casos (muy pocos) chapas de cinc y en los laterales ramas delgadas y heléchos como material de relleno. Los camastros (ipur arkilla) se construían con palos formando rectángulos que se colocaban a unos 30 cm. del suelo apoyados en estacas clavadas en el terreno, terminadas en una horquilla. Sobre este rectángulo se cruzaban ramas formando un parrilla-do sobre el que se colocaba helécho seco y mantas que cada uno llevaba para protegerse las duras noches del Irati. Según el equipo podían construirse una o varias txabolas.

Otra tarea importante era la construcción de caminos o sendas desde la txabola al lugar concreto de trabajo y que inevitablemente era cada vez más lejano. La configuración del terreno y en no pocas ocasiones las condiciones climatológicas hacían difícil la tarea en la que la habilidad de los leñadores ayudados por las herramientas habituales en la época, jugaba un papel destacado.

Sin embargo, lo que exigía mayores esfuerzos y riesgos era el montaje del cable aéreo, que a modo de teleférico se iba a utilizar para bajar la madera desde la zona de corta a la pista más cercana situada en el fondo del valle, lugar al que accedían los camiones. A principio de temporada era preciso subir el cable a la parte más alta, lo que se hacía a hombros de los leñadores, que lo arrastraban actuando conjuntamente ayudados con frecuencia por machos (mulos) y/o bueyes. Una vez que se conseguía llevar el cable al lugar deseado, se amarraba a gruesos troncos fijados en el suelo y se tensaba por medio de poleas, del que se tiraba con los animales.

Labores de preparación de los árbolesLabores de preparación de los árboles una vez tumbados (lrati 1.9)4) para su posterior arrastre (Fotografía Marqués de Santa María del Villar).

Arrastre de árboles en el bosque de IratiArrastre de árboles en el bosque de Irati en 1934 (Foto del Marqués de Santa María del Villar).

Sobre el cable se deslizaba una especie de carrito de dos ruedas del que pendía una cadena y su gancho. Cada tronco o grupos de hasta tres, se colgaban de dos de estos artilugios y todo el conjunto se lanzaba cuesta abajo, y era retenido por otro cable de ida y vuelta que pasaba por sendas ruedas, instaladas en las estaciones superior e inferior, regulándose la velocidad por un freno accionado manualmente mediante una palanca. Un tensado excesivo, demasiada carga o un amarre defectuoso, originaban en un sistema tan elemental la rotura del cable, lo que conllevaba serios riesgos de accidente incluso con víctimas mortales.

La tarea diaria se alargaba "de sol a sol", es decir, desde que empezaba a amanecer hasta el anochecer, salvo los domingos que duraba hasta las 14,00 o 14,30. Tras levantarse y desayunar, los leñadores se dirigían andando hasta el lugar de trabajo (30 y hasta 45 minutos según la distancia desde la txabola). Las herramientas principales utilizadas eran las hachas (distintos modelos en el Irati y Francia), tronzadoras, picos y palas. El filo de las primeras que eran propiedad de los leñadores al contrario de las restantes que aportaba el empleador, se recupera con piedras areniscas y la segunda con lima.

A los árboles marcados para su derribo se les hacía una "osea" (pequeña hendidura) utilizando el hacha, que debería hacerlos caer hacia el lado deseado, lo que no siempre se lograba. Para el corte se utilizaban tronzadoras manejadas por dos hombres. La caída, peligrosa para los leñadores, siempre impresionaba, sobre todo en el caso de los mayores ejemplares, que producían un estruendo clásico al chocar con las ramas de otros árboles y finalmente contra el suelo. Una vez tumbados se les "quitaban" las ramas valiéndose de hachas o tronzadoras según su grosor, de forma que el tronco no "se agarrara" al irregular suelo al ser arrastrado hasta "el cable", una vez sujeto con argollas y cadenas, para lo que se utilizaban "machos" (mulos) y/o bueyes. Un equipo podía producir entre 6 y 7.000 m3 por temporada (en el Irati se utilizaba tradicionalmente como medida la tn.).