Notas Historicas

En los primitivos pueblos el hombre ya se adornaba con plumas de colores, cubriendo su cuerpo con diversos dibujos de variadas tonalidades. El inicio y desarrollo de la elaboración de los tejidos y su teñido supuso un gran cambio y en determinadas civilizaciones, como la china, algunos coloridos de la seda estaban reservados a las clases dominantes. Lo mismo puede decirse del color púrpura, asociado a sacerdotes cristianos y en menor medida a los reyes, representando el poder, obteniéndose el colorante de la tinta de un molusco del mismo nombre que históricamente ha sido muy apreciado y muy costoso incluso actualmente.

Como ocurre en circunstancias parecidas, al inicio del arte de la tintorería, los hombres para dar color a las telas utilizaron productos vegetales colorantes que disponían en su entorno y de los que podían contar con el menor esfuerzo posible y que han sido especialmente abundantes en climas cálidos. Hay que señalar que el descubrimiento de América aportó nuevas materias tintóreas.

En la antigua Roma la tintorería fue un oficio que tuvo un notable desarrollo impulsada por las agrupaciones corporativas de artesanos que constituyeron gremios. En 1292 los aproximadamente 130 oficios que se ejercían en París estaban organizados corporativamente, siendo 19 los que se englobaban en las industrias textiles, y 17 el número de tintoreros. Mediado el siglo XVIII se agrupaban en los de “la gran tintorería”, la de “pequeña” y los tintoreros de seda, lana e hilo. Resulta destacable que en 1766 solo se admitían como aprendices a los hijos de los maestros tintoreros.

Francisco AzkargortaFrancisco “Patxi” Azkargorta Guisasola. (Fotografía: Martín Garcia Garmendia).

Generalmente se admite que fue desde Italia desde donde se extendió la tintorería a los restantes pueblos europeos, a excepción de España, en la que fueron los árabes los que iniciaron y divulgaron esta actividad.

En la época medieval los tintoreros constituyeron un grupo social sometido a una cierta desconfianza, sobre todo en la Europa cristiana, y aunque los rígidos reglamentos de la época les reservaban la práctica del teñido, fueron constantes los conflictos con los que ejercían otros oficios que invadían las áreas de su competencia, sobre todo los pañeros, tejedores y curtidores.

Con estos últimos además eran frecuentes las disputas sobre el uso y la responsabilidad de la baja calidad del agua de los ríos. A mediados del siglo XVII el arte de la tintorería recibió un gran impulso gracias a la legislación francesa (J.B. Colbert) que se extendió a otros países así como el interés científico por esta actividad. El gran desarrollo de la química y la posterior industrialización acabaron en la tintorería de nuestros días.