Atrás “Debemos incorporar a las y los jóvenes en la toma de decisiones a todos los niveles”

Hemos hablado con el antropólogo social Carles Feixa Pàmpols sobre la realidad cambiante de adolescentes y jóvenes, lo que piensa la opinión pública sobre ellos y ellas y el papel de los servicios públicos en los temas que les conciernen.

30/03/2021


 

Impulsada por la Dirección de Juventud de la Diputación Foral de Gipuzkoa, el pasado 23 de marzo se celebró la segunda jornada del encuentro HITZegiten, en la que se trató el tema de las personas adolescentes y su lugar en la comunidad. Tanto la sesión matinal como la de tarde contaron con la presencia del antropólogo social Carles Feixa Pàmpols, que habló de la situación que viven los y las adolescentes como consecuencia de la pandemia, explicando cómo llevan esta situación y cómo las organizaciones públicas pueden compensar sus limitaciones.

 

Carles Feixa Pàmpols es doctor por la Universidad de Barcelona y honoris causa por la Universidad de Manizales (Colombia). Especializado en investigación de culturas juveniles, ha realizado diferentes investigaciones en Cataluña y México. Entre sus libros destacan De jóvenes, bandas y tribus (Barcelona, Ariel, 1998, 5ª ed. 2012), ¿Global Youth? (London & New York, Routledge, 2006), Youth, Space and Time (Boston & Leiden, Brill, 2016) y Adolescentes confinad@s: La juventud en la era viral (NED, 2020).

 

  • Tus estudios, investigaciones y publicaciones ponen de manifiesto el interés y la preocupación que sientes por las personas adolescentes y jóvenes. ¿Qué es lo que te impulsó y te impulsa hoy en día a elegir a la juventud como objeto de estudio? ¿Cómo han evolucionado las investigaciones sobre juventud?

 

Cuando empecé, el impulso vino de mi militancia en organizaciones juveniles y consejos de juventud. Acabé mi carrera el año 1985, que la Unesco había declarado Año Internacional de la Juventud. Cuando tuve que escoger tema para mi tesis de Licenciatura en Antropología, dudaba entre estudiar el nacionalismo, un tema entonces en boga, o estudiar las llamadas tribus urbanas. Pedí dos becas sobre este segundo tema y me las dieron, por lo que las dudas se disiparon. Pretendía huir de la visión simplificadora de las encuestas de opinión, entonces muy en boga, apostando por los métodos cualitativos. En el fondo era un estudio sobre mi propia generación, los que vivimos la juventud en los 80s, tras la transición democrática, con una crisis económica galopante y el auge del punk y del ‘no future’ (pero también del ‘do-it-yourself’).

 

Desde entonces no he tenido que esforzarme por encontrar nuevos temas: cada equis tiempo aparecía un nuevo fenómeno o movimiento vinculado a la juventud (siempre digo que ser juvenólogo es tener el elixir de la eterna juventud, pues te fuerza a estar a la escucha de las aportaciones de las nuevas generaciones). Hoy en día, lo que me impulsa sobre todo es conocer los mundos de vida de mis propios hijos (uno de 25 que sufre las condiciones de precariedad laboral de muchos jóvenes, y una de 18 que ha empezado a estudiar el Grado de Gastronomía en el Basque Culinary Centre). De hecho, mi último ebook (Adolescentes confinad@s, NED, 2020) lo escribí mientras pasé con ella y con una amiga los tres meses de confinamiento por la pandemia.

 

  • El análisis del colectivo juvenil implica tener en cuenta los cambios en el tiempo, el espacio y los hechos sociales e históricos, por lo que dicho análisis es continuo y cambiante. ¿Qué dificultades conlleva?

 

El principal, la tendencia a juzgar a la juventud a la luz de la propia experiencia histórica, de haber vivido esa etapa, en otra época y con otros parámetros. En segundo lugar, el tiempo dedicado a desmentir los estereotipos existentes sobre este grupo de edad, sin caer en la idealización. Por último, a medida que uno se va alejando de la etapa juvenil, empatizar con los que están en esa etapa no es tan fácil, aunque por otro lado la mayor experiencia y conocimientos facilitan el diálogo intergeneracional.

 

  • Como consecuencia de la pandemia del Covid-19, las opiniones negativas sobre la actitud de la juventud han estado en todo momento en el punto de mira, como por ejemplo en los medios de comunicación. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

 

La he expresado desde el principio en diversas entrevistas en prensa, radio y televisión: ha sido un gran error, no solo porque se basen en datos no contrastados o en generalizaciones abusivas, sino porque tienen el efecto contrario al que persiguen: fomentar el rechazo ante las medidas restrictivas ante la Covid-19 y agrandar la brecha generacional. Las personas jóvenes fueron las grandes olvidadas durante el confinamiento, porque no causaron problemas, al contrario, nos ayudaron a vivir en el mundo digital. Nada más salir del confinamiento mantuvimos la selectividad (España fue de los pocos estados que la mantuvo). Poco después, se empezó a culparles de los rebrotes, vinculándolos con fiestas nocturnas y botellones (curiosamente nadie culpó a la selectividad, cuando se encerró a millares de jóvenes durante varios días en espacios cerrados). En diciembre los medios se llenaron de imágenes de raves, cuando el auténtico peligro estaba en las fiestas familiares o las salidas a las segundas residencias. No es de extrañar que el encarcelamiento de Pablo Hasél -de mi propia ciudad, Lleida- haya suscitado protestas tan airadas, que sin justificar algunas formas que han adquirido, veo como un síntoma de un malestar más profundo en la actual generación de jóvenes.

 

  • ¿Crees que se ha tenido en cuenta la opinión de adolescentes y jóvenes a la hora de gestionar la pandemia? ¿Por qué?

 

Hasta ahora no se les ha tenido en cuenta para nada. Por suerte, hay responsables políticos y profesionales de la salud que se están dando cuenta del error. Yo he colaborado con un estudio impulsado por AQuAS, la agencia de la Generalitat que evalúa la salud en Cataluña, que a partir de algunos grupos de discusión con jóvenes llega a esa misma conclusión: al no tratarse de una pandemia sino de una sindemia, el abordaje debe ser global y es necesario tener en cuenta factores sociales y, en este caso, generacionales (Abordatge social de la Covid-19: https://aquas.gencat.cat/ca/inici).

 

  • ¿Qué impacto crees que tendrá la pandemia a medio y largo plazo en la realidad de adolescentes y jóvenes?

 

A corto plazo, el impacto más directo es el efecto del coronavirus como “marca generacional”, equiparable a nivel simbólico -no necesariamente práctico- a los grandes acontecimientos históricos, como guerras, revoluciones, movimientos sociales y catástrofes naturales. A medio plazo, las personas jóvenes serán -están siendo ya- las más afectadas por el aumento del paro y la precariedad. A largo plazo, podemos seguir por la misma senda de ampliación de la desigualdad generacional, convirtiendo la brecha de edad en una brecha de clases, o bien podemos incorporarles en la búsqueda de soluciones, sobre todo en la búsqueda de alternativas ecológicas, económicas, sociales y sanitarias al modelo de crecimiento actual, que nos conduce a un callejón sin salida.

 

  • ¿Cuál es el papel de los servicios públicos para que los y las jóvenes participen en sus decisiones cotidianas y formen parte del presente?

 

Con mi colega y amigo Jaume Funes coincidimos en que el problema de la juventud no es solo un futuro oscuro, sino un presente lleno de incertidumbres. Debemos incorporarles en la toma de decisiones a todos los niveles: a nivel de cada familia en consensuar los ritmos de vida, a nivel escolar en adaptar el curriculum y las nuevas formas de aprendizaje, a nivel laboral en explorar nuevas fórmulas de economía sostenible, y a nivel político en reinventar la democracia para hacerles más partícipes. Desde hace tiempo defiendo la urgencia de un nuevo contrato generacional, que otorgue un papel relevante a la juventud y plantee las necesarias reformas de fondo de nuestro sistema de bienestar social. Para ello estamos organizando con el Consell de la Joventut de Barcelona un foro para que las nuevas generaciones propongan alternativas. En definitiva, para convertir la crisis pandémica en una oportunidad de regeneración social.