Atrás LIMAPUTZU: las praderas del mar

I. Etxezarraga

Acceso

Desde Hondarribia por la GI-3440 (de Lezo a Hondarribia por el alto de Jaizkibel) dirección Lezo, tomando aproximadamente en el pk 13,500 -pasada la ermita de Nuestra Señora de Guadalupe- la pista hormigonada que se abre a la derecha y prosigue hasta alcanzar el caserío-merendero y la escuela de golf de Justitz.

También, por la misma carretera GI-3440 se puede acceder desde Pasaia y Lezo dirección Hondarribia, tomando, pasado el pk 13, la pista hormigonada que se abre a la izquierda de nuestra dirección, concluyendo en el merendero de Justitz antes nombrado.

Merece destacar que esta carretera GI-3440, entre Lezo y Guadalupe, fue construida por los llamados “batallones de trabajadores” y más tarde “batallones de soldados trabajadores”, compuestos principalmente por prisioneros republicanos en régimen de campo de concentración, verdaderos esclavos al servicio del Régimen Franquista.

 

Distancia

3,7 Km

 

Tiempo estimado

3 h

 

Dificultad y requerimientos

 Este recorrido, de unos 3,700 km de trayecto total, no presenta ninguna dificultad ni requiere equipamiento que no sea ropa y calzado apropiado para realizar senderismo. Conviene llevar agua y algún alimento ligero, y proveerse de teléfono móvil en previsión de cualquier circunstancia

 

Breve descripción

 La totalidad del itinerario discurre por el término municipal de Hondarribia, a través de la ladera septentrional del monte Jaizkibel, bordeando la línea litoral, por ámbitos declarados Zona de Especial Conservación (ZEC) de la Red Natura 2000.

Caminando por el extremo más nororiental de la península Ibérica, por conjuntos escénicos de indudable belleza, el recorrido, en un primer tramo a través de una pista hormigonada, pasa al poco a firme de tierra y enseguida transita senderos costeros.

Surcando salitrosas praderas y notorios afloramientos rocosos, al par de salvajes acantilados batidos rítmicamente por los embates del mar, alcanzaremos la insospechada cala de Limaputzu. Atestada de “harribolak” o bolos de piedra rodados por las olas, si las mareas lo permiten, podremos deleitarnos con un refrescante chapuzón.

Un atractivo recorrido sobre pastizales y estratos de areniscas de intensos colores y caprichosas formas creadas por la erosión. Un trayecto jalonado por fastuosas e impactantes panorámicas y salvajes escenarios, que, a buen seguro, cargarán nuestra memoria de insospechadas emociones y sensaciones.