La multiplicidad en las jurisdicciones que caracteriza al Antiguo Régimen hizo que cada una de las instituciones tuviera la potestad de nombrar sus propios escribanos, tal y como se puede observar en el caso de las escribanías municipales. Este mismo modo de actuación trasciende a cualquier otra institución y, debido a ello, era habitual que muchas instituciones tuvieran sus propios escribanos. La acumulación de las escrituras generadas por los notarios en relación a una institución no municipal determinada es la que nos permite establecer la existencia de fondos de escribanías especializadas.
De todas estas jurisdicciones especializadas solamente dos han dejado un conjunto documental específico que nos permite identificarlas como fondos de archivo: la escribanía de Guerra y Marina de Gipuzkoa y la escribanía de Hacienda de Gipuzkoa.
La documentación de otras muchas escribanías especializadas ha quedado recogida de manera dispersa en muchos protocolos de las escribanías municipales. Las acumulaciones de escrituras de, por ejemplo, conventos y monasterios, o privadas de algunos comerciantes, no siendo parte específica de la función de fe pública de los escribanos como escribanos del número ha quedado recogida en sus protocolos.