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El Cine en Gipuzkoa: imagen, talento e industria

En esta legislatura estamos desplegando desde Diputación una estrategia propia de impulso al cine.

01/10/2018

En esta legislatura estamos desplegando desde Diputación una estrategia propia de impulso al cine basada en la Escuela Elías Querejeta, los incentivos fiscales a la producción cinematográfica y la Gipuzkoa Film Commission

Esta noche se apagarán los focos del Festival de Cine y recogeremos las alfombras rojas hasta el año que viene. Pero antes de que este intenso trajín ponga fin definitivamente al verano, quisiera provocar una reflexión sobre la relevancia del cine, un arte convertido en industria, y el papel que, más allá del glamour y la imagen exterior, puede y debe jugar en el desarrollo de Gipuzkoa.

El nuestro es un territorio que trabaja el talento, y lo hace a conciencia. Lo hace en el campo de la investigación científica con centros de excelencia como el DIPC, el Nanogune o Biodonostia; en el campo de la innovación empresarial con unidades de I+D+I insertas en el corazón de decenas de empresas; lo hace en ámbitos creativos con Musikene o el Basque Culinary Center. Y Gipuzkoa es también plenamente consciente de que hay campos como el de la creación audiovisual en el que las sociedades se juegan buena parte de su posicionamiento, de su capacidad creativa y de su atractivo. Los norteamericanos lo detectaron hace ya unas cuantas décadas, tiempo en el que además de proyectar un estilo de vida y una cultura, han logrado que el cine represente una de las fuentes de riqueza más relevantes.

La nueva Escuela de Cine Elías Querejeta que hemos impulsado desde la Diputación y que acaba de abrir sus puertas a los primeros alumnos, representa la punta de lanza de la apuesta pública que Gipuzkoa está realizando a favor del cine. Un centro formativo de alto nivel con estudios de postgrado que no se limitará a formar talentos en el campo de la creación. El cine es también patrimonio, y como tal requiere políticas de archivo y restauración fílmica. El nuevo centro aportará valor y conocimiento a una tarea cada vez más relevante ligada al celuloide, y lo hará apoyándose en el saber y en la colección de la Filmoteca de Euskadi. Al mismo tiempo, y ligado a la labor de comisariado y curaduría, a la proliferación y diversificación de los canales de exhibición y a la evolución de festivales y ciclos, se hace necesario contar con personas cualificadas para programar y criticar los trabajos cinematográficos y audiovisuales. El papel del Festival Internacional de Cine, convertido en asignatura para los alumnos de la nueva escuela, constituye todo un ejemplo de aprovechamiento de recursos y capacidades acumuladas durante años.

Tabakalera es el lugar idóneo para llevar a cabo esta apuesta formativa de primer nivel en la que también se impartirán nociones relativas a la creación, con una mirada puesta en la investigación y en la generación de nuevo conocimiento. La coincidencia de instituciones culturales ligadas al cine, y la oferta de una mediateca especializada y salas de exhibición y visionado, permite que la nueva Escuela Elías Querejeta se extienda por todo el edificio más allá de sus propias aulas y laboratorios.

En la gestión pública de la cultura se atienden a diario múltiples frentes, necesidades y proyectos. Sin embargo, en pocas ocasiones se tiene la oportunidad de poner en marcha una iniciativa cuya vocación es permanecer, consolidando los saberes adquiridos, en este caso en el cine, para ponerlos a disposición de nuevas generaciones de creadores, que podrán crecer con la nueva escuela y enriquecernos a todos. Si la iniciativa nace, además, vinculada a valores de tanta significación como la libertad y la convivencia, que marcaron la vida y la trayectoria personal y profesional de Elías Querejeta, el proyecto adquiere la dimensión social que tiene la cultura con mayúsculas ¿Existe un interés público más genuino? Me atrevería a decir que no.

Hoy Gipuzkoa está desplegando una estrategia propia de impulso al cine en medio de un panorama enormemente competitivo en el que las plataformas de emisión en streaming marcan un paso acelerado. A la puesta en marcha de la Escuela de Cine, hay que añadir también la aprobación de incentivos fiscales extraordinarios para apoyar la producción cinematográfica, con deducciones de hasta un 40% de las inversiones en esta materia; y la puesta en macha de la Film Commission de Gipuzkoa-San Sebastián. Se trata de acompañar y afianzar la fertilidad de las productoras locales que están lanzando al mercado proyectos cinematográficos con una fabulosa respuesta por parte de crítica y del público. Y se trata también obviamente de dar servicio y ventajas que seduzcan y faciliten la tarea de las productoras que desean rodar en algún emplazamiento interior o exterior del territorio, desde la consideración de que Gipuzkoa ofrece, por su diversidad paisajística, urbana y patrimonial, las condiciones idóneas para ser concebida como un gran plató de rodaje.

Hemos creado también una línea de ayudas económicas para apoyar los productos audiovisuales de compañías guipuzcoanas, y hemos generado un espacio nuevo de exhibición con el festival de series Crossover en el centro cultural Koldo Mitxelena con el objetivo de desentrañar las claves de este fenómeno popular ligado a la pequeña pantalla y que está revolucionando la industria y las pautas de consumo.

Y todo ello porque el cine es, en suma, un arte con el que comprender mejor la diferencia y la diversidad, signos de nuestro tiempo que aún no hemos demostrado haber metabolizado suficientemente; nos ayuda a desarrollar el pensamiento crítico y fomenta la reflexión y el debate, herramientas todas ellas indispensables para la salud democrática de nuestras sociedades. Y en última instancia porque, insisto, el cine genera riqueza y empleo altamente cualificado y constituye una oportunidad profesional y de atracción del talento, que no debemos ni podemos dejar pasar.

 

  

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