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Basuras: necesitamos una solución, no manipulación

José Ignacio Asensio, Diputado Foral de Medio Ambiente y Obras Hidráulicas (PSE-EE)

01/12/2016

Los argumentos utilizados por algunos agentes contrarios a la planta de incineración son tan burdos que es difícil creer que respondan exclusivamente a la ignorancia. Probablemente, lo que existe es un deseo de manipular utilizando el temor de los padres para provocar su movilización. El objetivo es claro: tratar de paralizar un Plan de Residuos aprobado por la mayoría, nada menos que en las Juntas Generales, el parlamento de Gipuzkoa, y que tiene todas las garantías para el medio ambiente y la salud de las personas.

Emplear el miedo y valerse del desconocimiento para imponer determinadas ideas e intereses es una receta totalitaria bien conocida. Intereses que, en muchos casos, tienen un propósito ideológico: cuando no se puede convencer y no se tienen alternativas, se impone y, si no hay argumentos, se manipula aunque sea a costa de los niños, de sus padres o de personas bienintencionadas utilizadas como simple altavoz. Quienes utilizan estos procedimientos son los mismos que durante cuatro años, sin mayorías suficientes y sin tener una alternativa para las basuras de Gipuzkoa, impusieron un sistema como el Puerta a Puerta. Todo ello para nada porque la realidad es tozuda, no todo se puede reciclar y, hoy en día, como carecemos de infraestructuras, tenemos que transportar nuestras basuras a vertederos de otros territorios, con su consiguiente coste medioambiental y económico.

No tenían una solución pero sí voluntad de imponer; no hubo consultas, no se realizaron procesos de participación, no se ganó votación alguna en las Juntas. No les importó establecer sistemas de control a los ciudadanos (se llegaron a poner cámaras de vigilancia) e interferir en su vida privada. Algunos sabían lo que se comía en cada casa, cuando había alguien enfermo o indispuesto, etc. Como serían las cosas que la ciudadanía acabó recogiendo firmas y, cuando no fue suficiente porque algunos seguían empeñados en imponer, votó en las elecciones para echar de las instituciones a los que no habían entendido que la democracia consiste en respetar a la mayoría y ofrecer soluciones a los problemas de los ciudadanos.

Jugaron su partido y perdieron y, como malos perdedores, quieren que el partido se repita, a ver si algún día ganan. Gipuzkoa no puede permitirse el lujo de estancarse en esa parálisis, necesitamos una solución y un servicio moderno, sostenible y eficaz para tratar nuestros residuos. Los que ahora reclaman participación, olvidan que los planes y alternativas actuales han sido votados en las Juntas, que la ubicación de las infraestructuras fue aprobada por ayuntamientos y mancomunidades, que sus planes fueron derrotados por las plataformas contrarias al PaP y que su posición fue desautorizada por los votos.

A pesar de todo y a falta de argumentos, la manipulación y el miedo siempre para imponer. Como en la nota hecha pública por un colectivo de médicos en la que, sin ningún tipo de sonrojo, se confunden conceptos (¿intencionadamente?) como cantidad y concentración o emisión e inmisión. Sus falacias son fáciles de comprender con un ejemplo; los coches no dejan muertos a su paso por sus emisiones pero si nos encerramos en un garaje, encendemos el motor y aspiramos con fuerza, moriremos. Esto es de conocimiento común pero a nadie se le ocurre decir que las emisiones de los coches matan. Lo mismo pasa con las emisiones de cualquier industria, las normas garantizan que no causen afecciones a la salud pero a nadie se le ocurriría respirar el humo directamente de su chimenea. Y si se cita a la Organización Mundial de la Salud conviene también decir que la incineración de residuos, con plantas que respetan las normas actuales de emisiones, es considerada por esta institución como un método higiénico para el tratamiento de los residuos, que no afecta a la salud. Y lo dice la OMS.

¿Puede pensar alguien que los países más avanzados de Europa (Alemania, Austria, Dinamarca, Suecia, etc.), se han vuelto locos al ubicar sus plantas de incineración en el centro de las ciudades? ¿Acaso sienten tal desprecio hacia sus ciudadanos y niños que los someten a un riesgo de esa magnitud de forma intencionada? ¿Cómo explicar la posición de multitud de médicos y toxicólogos expertos que consideran la valorización energética como un método adecuado para tratar los residuos y mucho menos perjudicial que los vertederos? ¿Por qué en ciudades de Alemana y Austria-con gobiernos municipales con conservadores, verdes y socialdemócratas- tienen asumidas estas infraestructuras con naturalidad? ¿Cómo explicar que estos países, sometidos a semejantes emisiones tóxicas, sean los que presentan mayores esperanza de vida y que alguno como Japón (el país con más incineradoras del mundo, con más de 1200) tiene el récord de esperanza de vida y los índices más bajos de determinados cánceres?

Para quien no tiene argumentos cualquier razón es superflua e innecesaria si no se adapta a sus propósitos. A pesar de todo y, como padre, puedo comprender la preocupación que causa cualquier información sobre la salud de nuestros hijos. ¿Pero alguien cree que si hubiera la más mínima duda íbamos a exponernos nosotros mismos y nuestras familias, que vivimos en Gipuzkoa y que pensamos seguir haciéndolo? Tienen razón al reclamar información y en ese empeño vamos a continuar, ofreciéndoles todos los datos del proyecto con total transparencia porque no hay nada que ocultar.

  

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