Besarkadak
El juego de los abrazos
Todos los abrazos caben en esta caja. Quizá aquí encuentres el abrazo que te faltaba. Solo tienes que abrirla.
Donativo íntegro
Teléfono de la Esperanza de Gipuzkoa
Porque no todos los abrazos pueden darse en persona. Con tu aportación, ayudas a que el Teléfono de la Esperanza siga ofreciendo proyectos para que miles de personas en situación de soledad encuentren compañía, escucha y apoyo cuando más lo necesitan.
Ver proyectosEl poder curativo de los abrazos
25 abrazos distintos para decir lo que las palabras no son capaces de expresar.
No hay excusa. Saca una tarjeta. Lee con calma. Elige a quién le darás tu abrazo. Repite sin límite. Siempre llevas más de lo que das.
Dentro de esta caja no hay objetos caros. Hay un regalo más valioso: tiempo, afecto y presencia. Cada tarjeta es una invitación a parar, sentir y recordar que las personas que queremos están aquí, al alcance de los brazos. Abrir esta caja es abrir un espacio de conexión con los que tienes más cerca.
En un mundo acelerado, donde el estrés, la prisa y la soledad se cuelan en nuestra rutina casi sin darnos cuenta, un abrazo sigue siendo uno de los gestos más sencillos y, a la vez, más poderosos que tenemos a nuestro alcance.
Numerosas investigaciones médicas, sociales y científicas han demostrado que abrazar no solo reconforta, también cuida. Cuando abrazamos, el cuerpo libera dopamina, serotonina y oxitocina, conocidas como las hormonas de la felicidad, la calma y el vínculo. Gracias a ellas, un abrazo de apenas 10 segundos puede ayudar al cuerpo a combatir infecciones, aliviar síntomas de depresión y reducir la fatiga. Y si lo prolongamos hasta los 20 segundos, sus efectos se multiplican: disminuye el impacto del estrés, mejora la presión arterial y fortalece el sistema inmunológico.
Un abrazo es un antídoto contra las emociones negativas, tiene la capacidad de transformar nuestro estado de ánimo y mejorar nuestra salud mental. Un abrazo sincero es refugio, alivio y medicina emocional, de esa que no se compra, no se receta… y aun así cura.
Porque a veces, el mejor remedio no está en una pastilla, sino en los brazos de alguien.