La panadería

“Yo soy el mejor de entre las hierbas” dijo el trigo. “Donde estoy yo, no existe el hambre” le contestó el maíz. La etnografía resume perfectamente un largo proceso histórico: desde el siglo XVII en Gipuzkoa se construyeron más caseríos y vivieron más familias; los propietarios cobraban la renta en trigo y se sembró también maíz para que los propios inquilinos pudieran comer. Hasta la expansión del sistema métrico decimal, el cereal se medía más por peso que por volumen: fanega, robo, cuartal, almud... Una forma de medir que hoy nos queda muy lejos.

 “Balizko errotak, irinik ez”. Al haber más granos, fueron necesarios más molinos donde molerlos. Los molinos han estado en funcionamiento hasta bien entrado el siglo XII, incluso cuando faltó la ferrería de Agorregi. Los molineros no eran los propietarios, sino los inquilinos, y a menudo se producían altercados, ya que la manutención de los molinos era costosa y complicada.

Hoy en día el maíz ha desaparecido casi en su totalidad de nuestra dieta. El pan por antonomasia es el de trigo y se ha convertido en un alimento cotidiano. A pesar de que la harina es importada y molida industrialmente, algunas pequeñas panaderías han conseguido mantenerla. En Iturraran, en el alto de Agorregi, se enseña a los niños a hacer pan para que se conciencien de la importancia de un alimento que tenemos tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Porque no es casualidad que en euskera la palabra ogibide sea sinónimo de la palabra oficio o profesión.

Objeto:
Errotarria, zakuak
Documentos: