Sistema de Integridad Institucional
Construyendo una Gipuzkoa ejemplar
La honestidad en la gestión de los asuntos públicos ha formado siempre parte de nuestra forma de ser como Territorio y como pueblo. Y en un entorno de globalización y de competitividad, la seriedad, la honradez, la solidaridad y el trabajo deben seguir siendo nuestras señas de identidad a potenciar.
Con esta convicción, la Diputación Foral de Gipuzkoa presenta su Sistema de Integridad Institucional, con el que quiere afianzar la ética pública y la ejemplaridad como señas de identidad, construyendo una Gipuzkoa ejemplar.
El objetivo de la creación de un sistema de integridad es desarrollar y promover una cultura de integridad en el ejercicio de las funciones públicas por parte de todos los responsables y empleados públicos, así como por aquellas entidades o personas que participen en la provisión de servicios públicos forales, articulando de modo efectivo una infraestructura ética. Por ello prevé, además de la aprobación de diferentes códigos de conducta, los sistemas de prevención y difusión de integridad institucional así como los instrumentos de garantía, seguimiento y evaluación del mismo.
Porque no estamos ante una mera formulación de principios sin exigencias aplicativas ni consecuencias prácticas, se crea la Comisión de Ética Institucional como órgano de garantía, encargado de velar por su cumplimiento. El carácter independiente de esta comisión está garantizado, ya que tres de sus cinco componentes con voz y voto serán externos (algo insólito en nuestro entorno), personas de experiencia y reconocido prestigio, que actuarán con independencia funcional y plena autonomía, bien de oficio o mediante, consulta, queja o denuncia. El Sistema no se limita a la dimensión ética, sino que se orienta también al desarrollo de buenas prácticas en la gestión que mejoren el rendimiento de la Diputación en beneficio de los servicios que recibe la ciudadanía, como la importancia de garantizar respuestas rápidas y efectivas a cualquier solicitud de información pública, cuidar especialmente el uso del euskera, impulsar la reutilización de la información pública, la desburocratización y simplificación de procedimientos y trámites, o el trabajo en red. No queremos caer en la autocomplacencia. Hemos dado un importante paso aunque también modesto. La lucha por la integridad es un proceso continuo, constante. Comienza un día, pero no tiene fin. No queremos vender la ética como si fuera cosmética, simple maquillaje o artificio, sino abrir un proceso de mejora ética permanente, basado en la práctica cotidiana de todos los y las que formamos parte de la Diputación.