Los jefes de estación

Los jefes de estación han sido tradicionalmente los superiores inmediatos de los empleados. Pero es que además según los reglamentos específicos de la profesión de principios de siglo, asumían numerosas responsabilidades, desde las que afectaban a los viajeros hasta las mercancías, así como la formación, salida y llegada de trenes teniendo también la obligación de vigilar la distribución de billetes y la custodia de todos los bienes de la compañía.

Al referirse a sus obligaciones (lo único de lo que hablaba su reglamento) las compañías no dejan ningún cabo suelto desde que deben presentarse "con el uniforme completo y limpio" hasta que "deben conducirse de una manera irreprochable" e intervenir "para que cese cualquier altercado o disputa que se promueva entre el público y los empleados", además de "no dejar su puesto bajo ningún pretexto hasta después de recibir el permiso escrito y haber sido reemplazado". Hay que añadir que mientras los trenes permanecían en la estación el jefe y los empleados "procurarán no hablar con los viajeros más que para asuntos de servicio".

En otras épocas y casi hasta mediados de los sesenta en que el ferrocarril era casi el único medio de transporte de mercancías, contar con el apoyo del jefe de estación era importante, lo que daba relieve a su puesto de trabajo. Su presencia, siempre bien trajeado,era muy llamativa, vigilando la entrada de los trenes con un farol en la mano de tres colores para hacer las señales apropiadas o cuando ordenaba su salida "por medio de un silbido algo prolongado (mediante un pito o silbato de mano) que será transmitido por un toque de cornetilla como señal ejecutiva para ordenar al maquinista la marcha del tren".

jefe de estaciónJefe de estación, interventor y mozo fotografiados en Irun en 1958. Al fondo el Topo. (Foto cedida por el Museo Vasco del Ferrocarril).