Maestros vidrieros de Irun

La construcción de vidrieras, entendidas como obras decorativas que representan figuras e imágenes en vidrios de colores transparentes, unidos por tiras de plomo o por cemento, que se colocan en los vanos de los edificios, es un arte esencialmente cristiano debido a las circunstancias y el momento de su desarrollo, con gran tradición en los pueblos más avanzados en cada etapa histórica. Su característica básica diferenciadora de otras manifestaciones artísticas como el dibujo, la pintura o la escultura, es el aprovechamiento de la luz natural para conseguir el efecto deseado.

Los trabajadores especializados en su fabricación y restauración son los maestros vidrieros, cuya actividad tradicionalmente ha requerido una notable capacidad artística y artesanal. Su aprendizaje, al igual que en otros oficios se lleva a cabo por observación y realización de trabajos cada vez más complejos, junto a un experimentado profesional. Los procedimientos de elaboración, que lógicamente han evolucionado, sobre todo, por la mejor calidad de los vidrios y las herramientas utilizadas, siguen conservando, en buena medida, las características del pasado.

Aunque hay referencias de vidrieros vascos, desde mediados del siglo XVI, no deja de sorprender nuestra tardía incorporación a su fabricación, al menos con cierta entidad, pues hay que esperar a las primeras décadas del siglo XX para que surjan dos empresas, la vizcaína Vidrieras del Arte y la guipuzcoana Unión de Artistas Vidrieros, que han construido una numerosa e importante obra repartida por casi todo el mundo. Como en otras muchas actividades desarrolladas en Guipúzcoa, la influencia francesa ha sido muy importante.

El futuro de la fabricación de vidrieras en nuestro país es problemático, al no existir ningún centro de formación de futuros especialistas en esta actividad y a las numerosas opciones alternativas que ofrece la economía vasca a los jóvenes.