El cultivo de tabaco en Gipuzkoa

Según los autores anteriormente citados las primeras autorizaciones para el cultivo de tabaco en Gipuzkoa, se concedieron en la campaña 1932/1933, a los cinco siguientes baserritarras de Legazpia, que cultivaron un total de 10.000 plantas: Zoilo Aldasoro Elorza, Bernabé Aranguren Mendizabal, Cayetano de Elorza, Manuel Ugalde Otegui y Faustino Iñurritegui.

A los pioneros de Legazpia se unieron en la siguiente campaña 78 baserritarras de Aretxabaleta, Zestoa, Eibar, Mondragón, Mutriku, Orio, Placencia, Zarautz y Zumaia, con 32.638 plantas con una media de 420 por cultivador superando a Bizkaia y Navarra, aunque por detrás de Asturias y Santander. Las principales variedades de tabaco fueron las de Maryland y Havano 142. El laboreo del tabaco continuó ganando entidad y en la campaña 1935/1936 ya eran 80 cultivadores con casi 109.000 plantas y una media de 1.360. Los pueblos de mayor importancia eran Aretxabaleta, Orio, Zumaia y Tolosa.

Eustaquio AlberdiEustaquio Alberdi "Kondekua" en su plantación de tabaco hacia 1950. (Cedida por familia Alberdi).

En la difusión del cultivo de tabaco en Gipuzkoa tuvieron notable influencia Adalberto Picaso ingeniero jefe de la zona 5ª a la que pertenecía nuestra provincia e Ignacio Gallastegui de la Diputación guipuzcoana, a quienes era frecuente ver, “los domingos a la salida de misa, en el exterior de los atrios de las iglesias en los pueblos, celebrando animadas reuniones sobre los beneficios del laboreo del tabaco”. Esta labor a partir de 1936, la llevó a cabo Agustín Alonso de Taramona, al que siguió Manuel Cerdeiras y posteriormente Manuel Llanos, siendo también destacable la actuación de los Peritos: Cándido Muñagorri y Teodosio Goñi. Tampoco pueden olvidarse las ayudas técnica y económica de la Diputación Foral.

Los años siguientes siguió aumentando la superficie dedicada al tabaco llegando en 1946 a 200 cultivadores de 36 municipios con 700.000 plantas alcanzándose en 1957/1958 el máximo de solicitudes para cultivar tabaco con 407 baserritarras de 37 municipios y 2.373.000 plantas destacando tres áreas como principales productoras. La primera por su extensión, la cuenca del Oria, la segunda los valles próximos de la costa guipuzcoana y la tercera, la zona que va desde Eibar a Oñati.

El cultivo de tabaco registró un importante retroceso en las siguientes campañas, de forma que en la de 1964/65, fueron poco más de un centenar los cultivadores (107), casi una cuarta parte de los de un quinquenio antes, que se ubicaban en 18 municipios. El número de plantas fue de 545.000 con una media por explotación de 5.100.

Lorenzo ManterolaLorenzo Manterola en "Kondekua" "despuntando" la flor del tabaco a mediados del siglo XX. (Cedida por familia Alberdi).

En la pérdida de importancia de este cultivo hasta su casi desaparición, en los años setenta del siglo pasado, influyeron decisivamente otras opciones laborales, sobre todo en la industria, que a juicio de los baserritarras eran más rentables, aunque también se cita la competencia de otras áreas, y por varios veteranos cultivadores, “la aparición del moho azul que destruyó las plantaciones varios años”.

El tabaco guipuzcoano fue considerado de buena calidad, lo que se atribuía a un suelo y clima propicios para su cultivo y al buen hacer de los baserritaras. En la campaña 1934/35 de toda la zona cantábrica se situó en primer lugar el cultivado en Beasain que se pagó a 3,75 pesetas el kg. También los cosechados en Zumaia, Fuenterrabia y Zestoa alcanzaron cotizaciones altas.

Cultivo de tabaco

Cultivo de tabaco

Cultivo de tabaco