Las tecnologías de fabricación utilizadas

Los hojalateros de banco han fabricado tradicionalmente artículos de formas cerradas, principalmente cilindricas y cónicas para diversos usos, utilizando como materia prima delgadas láminas metálicas, inicialmente de hierro estañado (hojalata), latón y cobre para pasar hacia los años cincuenta a la chapa negra y más tarde a la blanca. Debido a la delgadez del material y a la facilidad con que se deforman las láminas se trabajan siempre en frío.

Las técnicas utilizadas han sido las de cortar con tijera, doblar dando formas curvas, plegar obteniendo solapas, machihembrar o unir dos pliegues juntando bordes opuestos, entallar o dar formas abombadas a discos de hojalata y soldar con estaño o soldadura autógena. El proceso de fabricación habitual del hojalatero de banco para la construcción de cualquier utensilio, sigue la secuencia de trazar la figura deseada sobre una lámina de material, cortarla, darle la forma obteniendo las distintas piezas que formarán el conjunto y unirlas por pliegues o soldaduras. La mayoría de las operaciones son manuales, ayudándose de sencillas máquinas, yunques y martillo, elaborando sus artículos de uno en uno.

Las aceiteras para uso doméstico fabricadas por Gregorio Pérez están formadas por un cuerpo en forma de cono, una base con su fondo abombado, una boca o cuello y un asa. Estas cuatro piezas se unen entre sí por medio de pliegues y solapas de una sobre otra, rematados a golpes de martillo o por soldadura con estaño.

Para la elaboración del cuerpo el hojalatero parte de una lámina de latón que corta en forma de arco, marcando previamente el perfil necesario con un trazador y ayudándose de plantillas. Seguidamente utilizando la curvadora de rodillos pliega sobre sí mismos cada uno de los dos bordes laterales, dejándolos en forma de solapa, para a continuación pasar a dar la forma de cono a la lámina. Para ello con una mano la introduce entre los rodillos de la misma curvadora, mientras que con la otra acciona la manivela que los hace girar. Al pasar entre ellos la lámina se va curvando tomando la forma de un cuerpo cónico quedando las aristas, inicialmente plegadas, una frente a otra.

Seguidamente, y a mano, introduce una de las solapas bajo la otra, y apoyándolas sobre el cono del yunque aprieta la costura así formada, golpeándola primero directamente con un martillo y después con una pequeña estampa que lleva grabada en su cara inferior una acanaladura. De esta forma queda perfectamente rematada la unión, dejando un reborde a todo lo largo de la misma. Este sistema de unión entre dos bordes o aristas es conocido con el nombre de machihembrado o "agrapado", recibiendo la estampa el nombre de machimbra. Si se ejecuta correctamente, la unión es estanca y no precisa ninguna labor añadida para evitar la fuga de los líquidos contenidos en el envase.

Para la obtención del fondo de la aceitera, parte de un disco también de latón, al que da la forma cóncava precisa en el torno de entallar, para lo que coloca en el plato giratorio de la máquina uno de los numerosos moldes con la forma deseada, de los que dispone, sobre él apoya el disco y puesta a girar la máquina va comprimiendo el disco contra el molde, utilizando un vastago (bruñidor) consistente en un largo mango de madera con una barra y su punta de latón.

El artesano se sujeta a la máquina por medio de un cinto y de esta forma logra(empujar con mayor fuerza la herramienta, que al girar lentamente el disco, y por efecto de la presión aplicada con la punta del bruñidor, va adoptando la forma del molde contra el que es presionado, obteniéndose la forma cóncava deseada.

Engatillado del fondo al cuerpo de una aceiteraEngatillado del fondo al cuerpo de una aceitera. Foto Amaia Ros 07/97.

Una vista del tallerUna vista del taller, mientras Gregorio Pérez trabaja con la soldadura autógena. Faroles y aceiteras en curso de fabricación esperan su turno para el acabado. Poto Atnaia Ros 07/97.

Farol de petróleo de la locomotora La guipuzcoanaGregorio Pérez junto al farol de aceite que usaban los carros repartidores de carbón en Bilbao a principios de siglo. En el centro farol de petróleo (1885) de la locomotora La guipuzcoana. A la derecha una puchera. Tumbado Tom el perro fiel del artesano. Foto Amaia Ros 07/97.

De la misma forma saca una doblez o pestaña en toda la vuelta de la pieza. A continuación procede a unir el cuerpo con la base. Para ello colocando una pieza sobre la otra en su posición, y el conjunto de ambos sobre un tas, va golpeando con un martillo la pestaña, plegándola sobre el cuerpo con lo que quedan unidas ambas piezas.

A continuación elabora la boca o cuello de la aceitera partiendo de una lámina de cobre que una vez marcada con las medidas precisas es cortada con unas tijeras manuales.

Seguidamente y utilizando la máquina rebordeadora de manivela, pliega una de las aristas sobre sí misma, para a continuación dar a mano la forma ovalada a la pieza, golpeándola a martillo sobre el cono de una bigornia o yunque de hojalatero. La habilidad y el buen oficio del artesano permite obtener una pieza con la forma exacta y que encaja perfectamente con las restantes.

El mango se obtiene de forma similar cortando de una lámina de cobre un trozo en forma de tira con las tijeras, sacándole unas molduras decorativas y plegando las aristas sobre sí mismas, obteniendo unos cantos suaves y redondeados, todo ello en la máquina rebordeadora de manivela. Asimismo y golpeando la tira con martillo sobre el yunque le da la forma curva de asa.

Finalmente une todas las piezas soldándolas con estaño caliente, para a continuación brillar toda la superficie del recipiente con una pulidora.

Para la fabricación de lecheras, marmitas o cantimploras, por el proceso tradicional se utiliza como materia prima, láminas de chapa estañada de 0,8 mm. de espesor, sobre las que dibuja los desarrollos de las distintas piezas que la componen, utilizando una punta de trazar y el correspondiente juego de plantillas.

Seguidamente, se cortan utilizando unas tijeras de hojalatero o la cizalla. A continuación, pasa a dar forma a lo que va a ser el cuerpo de la marmita, para ello toma un trozo de lámina rectangular y lo hace pasar entre los tres rodillos de la curvadora que hace girar manualmente por medio de una manivela. Al pasar entre ellos la lámina se va curvando sobre sí misma hasta tomar la forma de un cilindro, para a continuación unir a tope los extremos enfrentados con estaño que funde y distribuye a lo largo de la unión utilizando un soldador tipo martillo con cabeza de cobre calentada en un brasero.

A continuación elabora lo que será el cuello de la marmita. Para ello utiliza dos trozos ¡guales de lámina en forma de arco y los curva también en la curvadofa de tres rodillos uniéndolos entre sí, y seguidamente, también con estaño.

Como tras estas operaciones la pieza no queda perfectamente curvada sino que presenta irregularidades, las hace desaparecer introduciéndola en uno de los extremos cónicos del yunque y golpeándola cuidadosamente sobre él, primero con un martillo de acero y luego con un mazo de madera, al tiempo que con la otra mano la va girando poco a poco sobre su posición. A continuación le saca una pestaña en su boca más amplia haciéndola pasar entre los dos rodillos con la forma deseada de la rebordeadora, que hace girar con una manivela.

La boca o parte superior de la marmita, de forma cilindrica se construye de forma similar.

Para la obtención del fondo del recipiente parte de un disco al que da la forma cóncava precisa en el torno de entallar. Para ello coloca en el plato giratorio del torno uno de los numerosos moldes con la forma deseada de que dispone, sobre él apoya el disco y puesta a girar la máquina va comprimiendo el disco desde su centro hacia el perímetro contra el molde, usando una larga herramienta llamada bruñidor consistente en un mango de madera de unos 40 cm. y una barra de otros 40 cm. con su punta de latón.

El artesano, al igual que en el caso de las aceiteras, para obtener la forma cóncava deseada, se sujeta a la máquina por medio de un cinto.

Una vez elaboradas todas las piezas que componen la marmita, las une soldándolas a tope las uniones con estaño. A continuación da forma a las dos asas que obtiene de dos tiras de chapa a las que da forma en la prensa manual, poniéndola en diversas posiciones con su mano izquierda y haciendo girar con fuerza el volante de la máquina con la derecha, repetidas veces. Finalmente, fija estos mangos en el cuerpo de la pieza por medio de remaches y con una lima a mano elimina las rebarbas e irregularidades que hayan podido quedar en la pieza, dando por terminada la elaboración.