Hojalateros de banco

Los hojalateros valiéndose de las herramientas propias de su oficio y utilizando la hojalata como principal materia prima, han fabricado tradicionalmente un gran número de objetos, de muy variado uso. Dentro de la profesión los especializados en la construcción de artículos de empleo sobre todo doméstico (cazos, embudos, aceiteras, marmitas, vasijas, etc.), eran conocidos como hojalateros de banco, aunque también obtenían productos destinados a la industria.

El oficio hasta avanzado el siglo pasado tuvo entre nosotros carácter artesanal, que fue perdiendo en la medida en que cambiaban los procedimientos de fabricación con la creciente utilización de las máquinas. Sin embargo, quedan algunos profesionales que siguen construyendo los bienes "de siempre" con los procedimientos tradicionales, aunque su destino es distinto al pasar de su uso en la vida cotidiana a la utilización en muchos casos como artículos decorativos.

Uno de los ejemplos más significativos es el de Gregorio Pérez Carazo nacido en 1936 (Industrias MAPER de Zorroza), que empezó el aprendizaje del oficio a los 15 años (en 1951) en el taller de su padre un destacado hojalatero de banco que también fabricaba efectos navales y faroles para los ferrocarriles. La crisis de estas actividades le obligó a mediados de los años ochenta a reorientar su actividad hacia la construcción de artículos destinados a la decoración, entre otros marmitas, faroles, aceiteras y pucheras, así como tamboriles para asar castañas o pimientos.

Puede decirse que es el último artesano profesional especializado en la fabricación de estos productos sin que sea previsible que tenga continuidad.

Gregorio PerezGregorio Pérez da la forma abombada y saca la pestaña al fondo de una aceitera en el torno, utilizando un entallador. El trabajador se sujeta a la máquina mediante un cinto, lo que le permite aplicar más presión con menos esfuerzo. Foto Amaia Ros 07/97.