Precios y suministros

La lectura de la correspondencia comercial de fines del siglo XIX y principios del XX pone de manifiesto, entre otras cosas, unos usos y costumbres que hoy resultan curiosos, así como la importancia del cabotaje entre los puertos, sobre todo del Cantábrico.

El cemento natural se expedía hasta 1918 envasado en sacos de 69 Kgs. y posteriormente de 50, así como en barriles “bien acondicionados”. Su precio debió experimentar muy pocas modificaciones, pues de los 7 ¼ reales de vellón la fanega, en 1851, se pasó, en 1894 a 1,50 ptas. el saco, puesto en fábrica, con ligeras variaciones según la cantidad pedida, precio que se mantenía en 1902 y era ligeramente superior en 1912 (1,55 ptas.).

Trabajadores de una fábrica de cemento de ArronaTrabajadores de una fábrica de cemento de Arrona.

Los fabricantes compraban importantes cantidades de sacos nuevos. A título de ejemplo se pueden mencionar, que el mes de Junio de 1900, José Agustín Arbillaga de Zumaya, suministró a la fábrica de Bedua “5.500 sacos para cemento”, al precio de 1,43 reales la unidad, “remitidos por su gabarrero”. Los sacos vacíos eran devueltos a los fabricantes, quienes los clasificaban en “buenos”, abonando 0,25 ptas. por cada uno y de “compostura”, por los que hay que suponer pagaban un precio menor.

El cabotaje era frecuente para los envíos de cemento natural, sobre todo a Bilbao, Santander, Gijón, etc., sin que faltaran las incidencias, como las que mantenían en 1898 “los constructores del dique ”del puerto de San Esteban de Pravia, y el fabricante Uriarte y Zubimendi, quién debía enviarles cemento y le pedían que buscara un medio de transporte (velero o vapor), alegando los destinatarios “que no podían distraerse en la aventura de localizarlos”.

Ensacando cemento naturalEnsacando cemento natural y moviendo material con palas. (Album gráfico descriptivo del País Vascongado. 1915).

En 1908, el santanderino Joaquín Madrazo, en carta manuscrita relataba que, “ni ha llegado, ni sé dónde está”, un velero cargado de cemento que se le había enviado, por lo que ruega se le suministre con urgencia otro cargamento en “un vapor”.

Francisco C. Maristany, que a fines del siglo XIX realizaba “obras de mejora en el puerto de Motrico”, se quejaba de la falta de suministro de cal, “soberanamente disgustado”, pues “no hemos recibido ni un solo saco de hidráulica”, manifestando también, “que los carreteros se valen de la ocasión para hacer sus conveniencias y demás”, y pedía que se le enviara, pues “no faltarán carretas en Zumaya para el transporte, que dada la mala mar nos será preciso utilizar a coste de un exagerado precio”. Pocos días después recibía la balandra Churruca, cargada con 620 sacos de cemento (de Zumaya a Motrico), “aprovechando el buen tiempo”.

Vista general de la fábrica de AgoteVista general de la fábrica de Agote, hacia finales del siglo XIX. (original cedido por Ion Gutiérrez Irigoien).

En 1918, Isaac Artero de Deba ofrece “200 toneladas de menudo antracita graneado superior, a 81 ptas./tonelada, franco bordo en Zumaya”.

El flete en 1919, costaba 7 pesetas la tonelada a Gijón y 30 a Vigo, cantidades muy importantes comparadas con las 22 pesetas a las que se vendía el cemento en fábrica. Los veleros que transportaban el producto desde Zumaya, retornaban cargados de carbón mineral de Asturias.

 

Nota: Nuestro agradecimiento a Javier Carballo, sin cuya ayuda no hubiéramos podido realizar este trabajo.

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