La fabricación tradicional

Inicialmente la marga, que se extraía de las canteras con explosivos, picos y palas, se cargaba en hornos verticales, situados junto a las canteras, y similares a los utilizados en multitud de caseríos para la obtención de cal. Una vez calcinada, se extraía el material, y en carros, se trasladaba a las ferrerías de Iraeta, Lili en Cestona.

En el caso de "Alzolaras de abajo", la marga se trasladaba a la propia ferrería y se cocía en el antiguo horno de calcinar vena, situado frente al edificio principal, aprovechando la energía de sus ruedas accionadas por el agua, que hacía mover unos molinos, (consistentes cada uno de ellos en un par de ruedas de piedra de aproximadamente 1,5 metros de diámetro) y que puestas verticalmente, a ambos lados de un eje vertical, rodaban y giraban sobre una amplia superficie, también de piedra.

El producto calcinado que se extraía de los hornos se vertía con palas bajo estas pesadas piedras, quienes al rodar, lo pisaban y lo iban desmenuzando y pulverizando. Finalmente el cemento así obtenido, se hacía pasar por cedazos a mano y se envasaba en barriles de madera y en sacos.

Este proceso de fabricación fue utilizado por Corta, Linazasoro y Zubimendi, que tenían su cantera en Ibañarrieta, cerca de la cual levantaron los hornos para calcinar la marga, que después se molía en la instalación de Lili (Cestona), en donde colocaron un par de piedras. También Eusebio Gurruchaga, hijo de Nicolás, utilizó la ferrería de Alzolaras para trabajar de la misma forma.

Entre los primeros fabricantes que utilizaron medios e instalaciones rudimentarios cabe destacar a Gurruchaga y Corta, que se asociaron en 1853 para suministrar cemento hidráulico natural para el Canal de Isabel II, importante obra de abastecimiento de agua potable a Madrid.