Imanol Ikutxa Aizpurua y Patxi Mayoz Aizpurua de Aguinaga

El río Oria, por su profundidad constante, ha sido navegable hasta Usurbil, para embarcaciones de poco calado, como gabarras y alas o “gallupas”, resultando poco creible la manifestación de Larramendi de que en el siglo XVIII llegaban hasta Andoain. Esta circunstancia permitió una notable actividad en la construcción de barcos, posibilitando asimismo el transporte de diversos productos como los minerales de hierro procedentes de Vizcaya. Más recientemente, entre otros bienes, el tránsito de la arena ha sido notable.

Imanol Ikutxa (1936), remero en su juventud (en nueve años tres banderas de La Concha), viene a confirmar, por lo que ha oído a sus mayores, que en el pasado era una práctica habitual que los baserritarras, utilizando pequeñas embarcaciones, extrajeran arena para atender las necesidades del caserío, entre otras, pequeñas construcciones, en las cuadras "azpia egiteko" y en las huertas para su mezcla con la tierra.

Con catorce años empezó a trabajar por cuenta de Teodoro Añorga de Lasarte, que utilizaba alas, embarcaciones de fondo plano usadas para la navegación en nuestros ríos, con eslora de unos 7,5 metros, manga 2,7 y punta 0,7, y capacidad para unas 4 toneladas de arena, del orden de tres metros cúbicos. Su trabajo consistía en recoger arena en la playa cercana a la desembocadura del río Oria, aprovechando la marea baja y transportarla hasta Aguinaga.

Partían desde "la vuelta" de Mapill de Aguiñaga, donde en el pasado se ubicó un importante astillero especializado en la construcción de buques de hasta 1.300 toneladas (1), dirigiéndose, río abajo, a favor de la corriente por el Oria hasta la playa de Torratxo (hoy conocida también como Txurruka), en Oribarzar auzoa de Orio, situado a unos 7 kilómetros.

Se guiaba y hacía avanzar la embarcación "polaiñatzen" (que en el Urola se llama "singan" y en el Deba "xaxeuan") es decir, utilizando la "polaiña", especie de remo de madera formado por dos piezas encastradas o atornilladas de unos dos metros de longitud y curvatura de 15 cm. La primera, la pala, generalmente de anchura de 18 cm. y 2,5 de grosor y la segunda el mango, de diámetro de unos 80 mm. El arenero de pie, en la parte posterior de la embarcación, la hacía avanzar accionando con las dos manos, mediante cortos y rápidos movimientos alternativos, un único remo que se apoyaba en una cavidad sin sujeción en el borde trasero del ala. En ocasiones también se utilizaba como pértiga en maniobras secundarias.

Al llegar a Torratxo, en ocasiones varaban "encallatu" la embarcación colocando un tablón hasta la playa. Para su carga, utilizaban carretillas (que hasta mediados los años cincuenta eran de madera, salvo la llanta de hierro de la rueda, más tarde de goma), que se llenaban manualmente usando palas, que se volcaban en el ala. Para el regreso con la embarcación repleta de arena que formaba un montículo y casi hundida, esperaban que la corriente les fuera favorable, volviendo al muelle de origen.

Se realizaba un viaje cada jornada, salvo con las "mareas muertas", de día y con una duración del orden de siete horas, aunque dependía de las condiciones del río. En el desplazamiento a la playa de Torratxo se tardaban unas dos horas, a las que había que agregar el tiempo para "coger sitio", y la espera a que bajara la marea, así como "unos 45 minutos para la carga". El regreso requería tres horas. En ocasiones dos areneros llevaban tres alas.

La descarga en "Aguiñako portuan" se hacía manualmente utilizando palas, lo que resultaba extraordinariamente duro al requerir un esfuerzo adicional cuando desde el ala se cargaban directamente camiones dado el mayor desnivel (eran habituales los de los Hermanos Manterola),. Además del esfuerzo físico, las condiciones de trabajo eran duras (la mayor parte del tiempo descalzos, cubiertos con un saco de arpillera en las frecuentes lluvias, etc.).

Los areneros, pequeños empresarios, en esta época ganaban unas 30 pesetas por viaje, retribución superior a la de los peones especializados en la industria de la zona.

Los principales constructores de alas eran, José Antonio Bereciartua, Ignacio Oliden y Bixente Elizondo. A principios de los años cuarenta cada embarción costaba unos mil reales. Estas embarcaciones también las utilizaban para pasar los bueyes (uno por viaje) de una orilla a otra, así como diversos productos, entre otros hierbas y leña.

Bixente ElizondoBixente Elizondo con una "polaina" (Foto J.Carballo).

Patxi Mayoz Aizpurua (1939), remero en su juventud (una bandera de La Concha), recuerda que los areneros del Oria, en su mayoría eran baserritarras ribereños de Aguinaga además de anguleros, siendo al menos sorprendente, la ausencia de oriotarras. En condiciones muy favorables (marea, tiempo, etc.), a principios de los años cincuenta del siglo XX, podían trabajar en el Oria hasta veintidós areneros, aunque los "fijos" eran unos diez. Mayoz recuerda a sus compañeros de profesión:

  • Miguel, Ramón y Julián Picabea, “Espaldi-berri
  • Juan e Imanol Ikutza "Joselorentzo enea"
  • Antonio Manterola "Lastaola"
  • Tomás Lasa "Mapill"
  • Ramón Picabea "Mapill erreka"

El principal demandante de arena de la zona era Ingemar que la usaba para el corte de los grandes bloques de mármol en sierras alternativas, así como la construcción, aunque los informantes creen "que el salitre de la arena no es bueno". También lo solicitaban los baserritarras del entorno.

A las tradicionales alas de madera siguieron, desde mediados los años cincuenta del siglo pasado, las gabarras, del mismo material, de mucha mayor capacidad, que navegaban adosados a embarcaciones de motor, para acabar hacia 1964, haciéndolas de chapa y proveyéndolas de un artilugio - chupon - para extraer la arena. Realizaban dos viajes diarios.

La extracción se industrializó en el Oria utilizándose un barco-draga de hierro de unas 150 Tn. , que cargaba arena en las próximidades a la barra y subía hasta Aguinaga donde, utilizando una draga, procedía a su descarga.

Ala Ortzaikako hesoletanAla en las estacas de Ortzaika (río Oria) (Foto J.Carballo).

 

(1) Barcos del Oria. Astilleros y actividad portuaria. Selma Huxley, Romana Enparan, Lourdes Odriozolal y Cruz Apestegui. Untzi Museua. Banco Bilbao Vizcaya y Orioko Udala.