El luto

Al producirse un fallecimiento, tradicionalmente los familiares directos del difunto y sobre todo los que convivieron con él, guardaban duelo cuya manifestación más destacable era el color negro de su indumentaria y que era conocido como “luto riguroso”. Transcurrido un tiempo empezaba a combinarse este color con otros más claros y cuyo uso se llamaba “medioluto o de alivio”. La duración del primero era variable, desde toda la vida hasta varios meses, afectando especialmente a la vestimenta de las mujeres. Otras manifestaciones de duelo eran las colgaduras o crespones que se colgaban en el domicilio del difunto.

Esta costumbre obligaba a teñir la indumentaria de algodón en negro, en un corto espacio de tiempo, pues había que acudir a los actos religiosos con ropa de luto, lo que se llevaba a cabo por las mujeres, bien en el domicilio familiar con procedimientos transmitidos entre generaciones o encargándoselo a las tintorerías profesionalizadas. Estas prácticas comenzaron a decaer a partir de mediados del siglo XX.

Un dicho entre los tintoreros afirma “si un tintorero anda bien (económicamente) una barrica de luto tuvo que hacer”.

Después de la guerra civil española (1936-1939) en las tintorerías todas las operaciones de teñido eran de color caqui y destinadas al ejército, llegándose incluso a utilizar sábanas de algodón para posteriormente confeccionar pantalones y camisas.