Los maestros organeros

Para construir y reparar órganos se requiere una gran diversidad de conocimientos, entre otros, solfeo, armonía, historia y estilos y normas litúrgicas de la Iglesia, así como técnicas de manejo de la madera y tubos. En los más modernos además son necesarios el dominio de la electricidad y cada vez más la informática. Además resulta fundamental una gran sensibilidad y dilatada experiencia que sólo es posible adquirir con largos años dedicados a la profesión.

Numerosos documentos del pasado ponen de manifiesto el gran número de maestros organeros que había en nuestro país. Posiblemente artesanos centro-europeos especializados en este oficio llegaron por el Camino de Santiago y fueron transmitiendo sus conocimientos, siendo el primer tercio del siglo XVI, cuando aparece citado el primero: Juan Martínez, de Cascante. A partir de esta fecha son centenares los que figuran en los contratos de construcción o reparación que realizan los Ayuntamientos y las Iglesias. A pesar de ello es muy importante la presencia en el País Vasco de órganos construidos en otros países.

Resulta cuando menos destacables las permanentes peticiones de los organistas y maestros de capilla a los Ayuntamientos para que se reparen los órganos cuya antigüedad y uso "estaba a punto de volverlos inservibles", así como las dilaciones en las respuestas y sobre todo en cumplir lo solicitado casi siempre "por falta de recursos".