El difícil arte de construir relojes mecánicos

La invención y perfeccionamiento de los relojes mecánicos de torre o campanario supuso un gran avance, para hacer saber la hora a las colectividades, pues hasta entonces en algunas poblaciones los vecinos (que se turnaban en el trabajo), basándose de un reloj de arena golpeaban cada hora la campana de la torre con un martillo (seis horas seis martillazos, siete otros tantos, etc.). También en los conventos los religiosos velaban toda la noche para que no se pasara la hora de los rezos matutinos.

La construcción de relojes mecánicos de torre también llamados “de ruedas” de grandes dimensiones, se extendió por Europa entre los siglos XIV y XV. Fabricados de hierro casi en su totalidad constaban de un armazón, con varios ejes y ruedas dentadas, que engranaban entre sí, transmitiendo el movimiento impulsado por un peso colgado de una cuerda arrollada sobre un tambor, cuya fuerza constante hacía que el movimiento se acelerara lo que contrarestaban con el rozamiento del mecanismo, lo que daba lugar a una medición del tiempo muy poco exacta.

El descubrimiento por Galileo en 1581 del principio del movimiento regular y periódico del péndulo, permitió aplicar este mecanismo,como regulador de la marcha de los relojes y abrió nuevos campos a la medición precisa del tiempo.

Al ser construidos básicamente de hierro,como ya hemos señalado,con las técnicas que en aquella época se conocían para su transformación y que sólo dominaban los herreros, fueron algunos de estos profesionales los que se especializaron en su fabricación, utilizando las instalaciones y herramientas habituales en su oficio (fragua, yunque y martillos principalmente). Dada la similitud de los medios y tecnologías necesarias, simultaneaban estas tareas, entre otras, con la fabricación de rejas artísticas y cerrajería, lo que hoy no deja de sorprender.

Mecanismo del reloj de pesasMecanismo del reloj de pesas de finales del siglo XVIII según Diderot y D’Alembert.

Reloj de la Ermita de Santa Engracia en ZestoaReloj de la Ermita de Santa Engracia en Zestoa, construido por Yeregui Hermanos en 1914. (cedida por Antxón Aguirre Sorondo).

A mediados del siglo pasado aparecen algunas empresas con carácter industrial especializadas en la fabricación de grandes relojes mecánicos con campana, y que poco a poco van sustituyendo a los maestros relojeros que aún mantenían su carácter artesanal. En 1916 “Hijos de Ignacio Murua” de Vitoria, se anunciaba como “gran fundición de campanas y fábrica de relojes de torre”.

Actualmente los antiguos relojes mecánicos van siendo sustituidos por otros eléctricos mucho más precisos, en lo que tanto el movimiento de las agujas de las esferas, como el golpeteo de las campanas, está regulado por una central de mando, basada en un microprocesador y la hora sincronizada vía radio desde una central europea.

Sin embargo, al igual que en el pasado sigue teniendo una cierta entidad la reparación de los tradicionales relojes públicos, aunque cada vez es menor el número de especialistas en esta actividad.