Habilidad y experiencia

La complejidad de la construcción de estos relojes ha sido reconocida en todas las épocas. En el siglo XVIII ya se exponía (1): “Todos los Oficios tienen sus Artes. Tiene fu Arte los Cantores: tienen su Arte los Canteros: tienen su Arte los Gramáticos: tienen su Arte los Aritméticos: tienen su Arte los demás Oficios; hasta los Cocineros Solo los Reloxeros no tienen su Arte, y estos la necesitan mas que todos, porque es la Reloxerìa una de las artes mas difíciles, que egercen los hombres”. También se abogaba a favor de los conocimientos teóricos cuando se señala “Lo mejor de la Reloxerìa consiste en secretos, i no es fácil dàr en ellos sin Libro, ni Maestro. Confieso que mucho puede suplir una buena habilidad, acompañada de una grande aplicación; pero necesita mucho tiempo, i muchas experiencias, que suelen hacer poco favor a los Reloxes".

Los maestros relojeros han sido considerados durante muchos años como “los aristócratas de la mecánica”, ya que “ninguna de las ramas del arte mecánico lleva en su haber el caudal de inventos, construcciones, cálculos y maravillosa concepciones que de la industria relojera dimanan, pudiendo afirmarse que ha sido la cuna de numerosas artes y oficios que al invento y desarrollo de los movimientos de relojería deben su prosperidad. Desarrollose esta delicada y complicada industria en sus primeros años en una forma a la cual más bien podemos llamar artística que industrial.

Los profesionales tradicionales seguían ocupándose del mantenimiento y reparación de los relojesLos profesionales tradicionales seguían ocupándose del mantenimiento y reparación de los relojes modernos los años sesenta. (Fototeca KUTXA).

Dura fue la labor de los primeros profesionales pues a la ausencia casi total de cálculo, el cual era suplido con tanteos, uníase la falta de útiles que a cada nueva concepción tenían que inventar y construir, trabajo improbo que ponía a prueba su amor intenso a la profesión. Desarrollada la producción durante siglos en las condiciones antedichas obteniase escasa cantidad de relojes. La ausencia total de grandes talleres imprimía un sello personal a las obras posteriores a la verdadera organización y pujanza de la industria en el siglo XIX.

Reduciase el taller de un profesional relojero en la antigüedad a una estancia dotada de luz cenital en la que una modesta mesa de trabajo servía para el maestro y uno o dos aprendices. Raro era el taller que llegara a tener tres o cuatro profesionales

Con el avance de las tecnologías los maestros fueron paulatinamente sustituidos, aunque el mantenimiento y reparación de los viejos y artísticos relojes mecánicos siguen requiriendo una buena parte de los conocimientos y habilidades tradicionales.

 

(1) Arte de reloxes de ruedas. P.F. Manuel del Río. 1759