Los nuevos restauradores

Tradicionalmente los trabajos de reparar o embellecer lo que el transcurso del tiempo había deteriorado lo llevaban a cabo los artesanos de acuerdo con los conocimientos de cada época transmitiéndose las “fórmulas” de generación en generación con prácticas como el secretismo habitual en un buen número de gremios. Pero en muy pocas décadas han pasado a desempeñar esta actividad profesionales cualificados con amplia formación académica y práctica que actualizan permanentemente sus conocimientos.

Amaia Arrieta Ugartondo (Vitoria 1970) es un buen ejemplo de una nueva generación de restauradores. Aficionada al dibujo y la pintura desde casi su niñez, es Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, estudios que inició en la Universidad del País Vasco (1988-1993), completando su formación con la asistencia a cursos de especialización.

Su experiencia laboral iniciada en 1993 es notable en varias materias, habiendo discurrido su trabajo, casi siempre como autónoma, prestando sus servicios a empresas especializadas en restauración de patrimonio mueble o inmueble en Galicia, La Rioja, Cataluña y País Vasco, y actuando por su cuenta en Alaba.

Amaia ArrietaAmaia Arrieta trabajando en labores de restauración. (Cedida por Petra, S. Coop.).

Es a partir de 1998 cuando comienza su aprendizaje en pintura mural, piedra y piedra policromada, participando en restauraciones de edificios emblemáticos de Vitoria, como el Pórtico de San Pedro, la fachada de San Antonio, el Pórtico de la Catedral de Santa María con la empresa Petra S. Coop. para quien trabaja en la actualidad.

Miembro, desde 1997, de la Asociación de Profesionales de la Conservación y Restauración con sede en Álava y de Zutabe, Asociación cultural dedicada a la Conservación y Difusión del Patrimonio Histórico-Artístico de Álava colabora en la publicación de la revista Akobe con artículos sobre conservación y restauración.

Los restauradores sobre todo deben sentirse a gusto con su trabajo bien hecho siendo necesario, además, tener buena salud y fortaleza física así como ser inmunes a los vértigos al trabajar en alturas. Otra dificultad añadida en su labor son las condiciones climatológicas de nuestro país al realizar, con frecuencia, su trabajo en el exterior, sobre unos andamios. Además de pacientes es importante la capacidad de trabajar en equipo con especialistas (historiadores, arquitectos, entre otros) ante la imposibilidad de resolver individualmente los problemas que se plantean. Igualmente deben estar dispuestos a desplazarse a los lugares donde deban llevarse a cabo restauraciones en muchas ocasiones lejos de su residencia habitual.

Con todos estos condicionantes no deja de sorprender que la mayoría de los restauradores sean mujeres que se desenvuelven con reconocida eficacia y buenos resultados. Es oportuno recordar su gran responsabilidad ya que cualquier error puede deteriorar de manera irreversible un patrimonio histórico y cultural único e irrepetible.