Proceso de fabricación

El cartucho consistía en un tubo, formado por una lámina de papel grueso enrollado sobre sí mismo, en el que se introducía el explosivo en forma de polvo negro (sabulita).

Para la obtención de los tubos se partía de hojas de papel recortado en varios tamaños, uno para cada medida. El trabajo lo realizaban las mujeres en su propia casa, fuera de la jornada laboral, "para completar el salario". Las trabajadoras llevaban de la fábrica, cada día, 2 pliegos de 1.000 hojas cada uno, y el doble los fines de semana, "para aprovechar el domingo", y ya en su domicilio, iban enrollando el papel sobre un tubo metálico, de la medida adecuada, que utilizaban como patrón, "el mandril", para seguidamente doblar uno de los extremos sobre sí mismo y meterlo en su interior. Los tubos, así formados, se metían en cajas y eran retornados a la fábrica por las mismas trabajadoras.

kartutxoen fabrikazioaFabricación de cartuchos de explosivos en los años 30 del siglo XX. (Cedida por la Unión Española de Explosivos).

El rellenado de los citados tubos con el explosivo se efectuaba en la fábrica, en un edificio alejado del de su elaboración, para reducir riesgos en caso de accidente. Las trabajadoras lo recibían en forma de polvo negro, a granel, y lo vertían a una tolva de la máquina de envasar, de donde salía por una boquilla impulsado por un tornillo sinfín que giraba continuamente.

Las trabajadoras, sentadas frente al aparato, cogían con una mano el tubo de papel vacío y lo embocaban en la boquilla, con lo que iba llenándose; cuando esto ocurría, lo retiraban y, rápidamente, debían colocar otro vacío, mientras que con los dedos de la otra mano plegaban el extremo abierto y lo introducían en el tubo, cerrándolo para evitar la salida del explosivo. La sustitución del tubo lleno por el nuevo vacío, debía ser muy rápida, para evitar la pérdida de polvo, pues la máquina no se detenía.

Lehergaien fabrikako nahasketa-errotaMolino de mezclas de la fábrica de explosivos. (Cedida por la Unión Española de Explosivos).

Los cartuchos rellenados se depositaban en cestas metálicas, en posición vertical, con la que se sumergía en parafina líquida con el fin de que, esta sustancia, empapara el papel y lo protegiera de la humedad.

Finalmente, los cartuchos se preparaban para su expedición, para lo que las trabajadoras los agrupaban en paquetes de 2,50 kilogramos cada uno, manualmente sobre una mesa, que envolvían en papel y los ataban con una cinta de algodón, para seguidamente, sumergerlos de nuevo en parafina. Se terminaba la labor envasándolos en cajas de madera, que un carpintero construía en la propia fábrica, para de esta forma ser enviados a las explotaciones mineras.

ErrotaMolino utilizado en la preparación de explosivos. Al fondo, a la derecha un "Tromel". Museo Minero Gallarta. (Foto C.U. 12/2000).

Trabajando de la forma descrita, una mujer llegaba a llenar del orden de 1.500 cartuchos de explosivo en una jornada de 8 horas.

María Vicenta AlvarezMaria Vicenta Alvarez. María Rios (1913), mostrando un cartucho similar a los que rellenaba (C.U. 12/2000).