Recadistas

La necesidad de enviar elementos materiales a cualquier destino, se ha cubierto en el pasado de variadas formas, habiendo sido las más utilizadas, los mensajeros y recadistas, entendidos éstos últimos como "los que llevan recados".

Sin embargo, en las muy difíciles circunstancias en las que tuvieron que desenvolverse nuestros mayores en los años que siguieron a la guerra civil española, varios centenares de mujeres y, en mucho menor medida hombres, conocidos como recadistas, se dedicaron al transporte de variados objetos, encontrando una ocupación que les permitía "ganar un jornal", desempeñando al mismo tiempo, una importante función social.

Su tarea básica era recoger, generalmente en su domicilio, paquetes y recados que al día siguiente llevaban a San Sebastián, Bilbao o Vitoria, para regresar al lugar de origen con los encargos que recogían en las capitales. Los desplazamientos los efectuaban en ferrocarril y los recadistas, cargados con grandes cestas, subiendo o bajando de los trenes, era una estampa habitual en la época.

Tomasa LizarzaburuBajo el dintel de la puerta de entrada al comercio familiar, la recadista Tomasa Lizarzaburu hacia 1910/1912. A la izquierda, su padre Francisco, alcalde de Deba a fines del siglo XIX. (Cedida por la familia Lizarzaburu-Iriondo).