Recogedores de algas

Las algas, que constituyen la parte principal de la flora de las aguas, son los vegetales más característicos de la costa vasca. Provistos siempre de clorofila, pueden ser unicelulares y filamentosas o pluricelulares, careciendo de flores y en su organismo no se distinguen las raíces, los tallos y las hojas, reproduciéndose sexual o asexualmente. Las numerosas especies, que llegan a formar verdaderas praderas multicolores en los fondos marinos, casi siempre rocosos, se desarrollan como todos los demás seres vivos, adaptándose al medio, necesitando luz solar, por lo que no se encuentran en los fondos donde ésta no llega.

Estas plantas, que mantienen sus características primitivas sin apenas evolución, son conocidas desde la antigüedad y se clasifican en cuatro grandes grupos: Azules (unicelulares), verdes, pardas y rojas (pluricelulares). En algunos países, sobre todo asiáticos, se vienen utilizando tradicionalmente en la alimentación humana por el valor nutritivo de algunas especies, tras su secado y a veces cocción, generalmente, mezcladas con otros alimentos, como el arroz. También ha sido frecuente su uso como fertilizante en los campos de cultivo y como pienso para el ganado. A partir de las algas se han obtenido entre otros productos, sales (sosa y potasa) y el yodo, y se han empleado en farmacia y en la terapéutica antigua, especialmente para cataplasmas.

Una antigua leyenda japonesa atribuye a un hecho casual el descubrimiento de la obtención del agar-agar por congelación, sin ebullición. Según este relato una fría noche de invierno, quedó a la intemperie una sopa preparada con extractos de “gelidium” produciéndose su solidificación. Al producirse su descongelación se separaron finas láminas de un producto que, una vez secado, permitía la preparación de caldos, simplemente por disolución por agua caliente. 

En la zona costera del País Vasco, en el pasado, las algas se han empleado como lecho para el ganado, y abono, en ocasiones mezclado con estiércol, sobre todo de manzanales y en menor medida, junto con otros productos, en la alimentación de animales.

Hasta épocas recientes, la recogida de algas era un trabajo que requería un gran esfuerzo físico, con escaso rendimiento económico, pero en la medida en que ha aumentado su demanda, los precios de venta han crecido sustancialmente, produciendo una notable industrialización de esta actividad, que llegó a constituir una destacada fuente de ingresos para los ribereños.

Bañistas y algas en la playa de ItzurunBañistas y algas en la playa de Itzurun de Zumaia en la segunda mitad del sgilo XX (Foto Javier Carballo).

 

José María Gorostiaga y Gustavo Renobales.Vegetación litoral. Algas y líquenes de la costa vasca. Itxasoa 2. El mar de Euskalherria. La Naturaleza, el hombre y su historia. Editorial Etor 1989.