La fabricación tradicional del papel

La fabricación de papel por el método tradicional, ha sido una labor manual lenta y costosa, que los musulmanes instalados en el sur de España, ya llevaban a cabo a finales del siglo X o principios del XI, utilizando técnicas originarias de China y principalmente paja, cáñamo y lino, como materia prima. Posteriormente comenzaron a usar trapos y restos de tejidos de algodón y lino.

El proceso que básicamente se mantuvo sin cambios hasta finales del siglo XVIII, comenzaba con la clasificación manual de los trapos, según calidades, destinándose cada una de ellos para obtener distintos tipos de producto final, siendo sobre todo las mujeres las que realizaban este trabajo. Tras depositarlos en un “pilón” o “pudridero”, añandiendo agua se les dejaba fermentar durante 5 ó 6 semanas, hasta que alcanzaba un temperatura que “queme al meter la mano”.

Tras esta operación, que producía malos olores, los trapos se troceaban a mano y seguidamente se vertían a una pila con agua en la que se machacaban y trituraban hasta reducirlos a una fina pasta o pulpa. Este proceso de trituración, que inicialmente se realizaba manualmente, era muy penoso, y hacia el siglo XII se mecanizó con los molinos papeleros movidos por energía hidráulica, desmenuzándose los trapos con grandes martillos o mazos de madera.

Una rueda movida por el agua desviada de un río, hacía girar un eje en el que estaban incrustados unos salientes o levas que al girar tropezaban con el extremo de los mazos de madera elevándolos y dejándolos caer seguidamente dentro de la pila. Los mazos eran de diversos tipos para deshilachar, refinar y homogeneizar. La operación de trituración en las tres etapas duraba hasta 36 horas, (dependiendo del grado de finura de la pulpa que se quería conseguir) en los que de forma continúa los trapos eran golpeados por los mazos.

Terminada la operación anterior la pasta se pasaba a otras tinas, en las que se diluía con agua, hasta tomar un aspecto lechoso y se añadían diversos productos, colas y almidones (para dar apresto al papel) y colorantes en su caso. El artesano debía cuidar el porcentaje de dilución de la pasta en agua, pues esta característica era determinante para conseguir la calidad y el tipo de papel deseados.