Las kutxas

Las arcas, en euskera kutxas, son unas grandes cajas de madera con tapas y cerradura de uso generalizado, hasta todavía no hace mucho tiempo, en los caseríos de Euskal Herria. Antiguamente se apoyaban sobre cuatro patas para evitar el acceso de roedores y se armaban sin clavos utilizándose pesaduras de madera. Puede decirse que tenían un doble empleo. Por un lado las más sencillas, generalmente sin entallado, se utilizaban para salar la cecina y los jamones o para guardar el grano y por otro, las más trabajadas, en ocasiones con artísticas tallas para guardar las cosas de más valor de la familia (joyas, ropas entre otros). En ocasiones disponían de una segunda kutxa en la que se guardaban los objetos utilizados en el rito mortuorio como los candelabros.

Como nos informa Antxon Aguirre Sorondo en su entrevista a Lander Urkia y hemos podido comprobar recientemente, en las casas rurales se disponía de una kutxa de grandes dimensiones (de hasta 1,9 de alto, 2 de ancho y 0,6 metros de fondo) que se utilizaba para guardar los “diezmos y primicias” que estaban obligados a entregar los feligreses.

En opinión de José Pablo Arriaga Arrizabalaga las kutxas vascas tenían características que les acercaban a la simbología pagana que se adaptaba con la colocación de una cruz. Aunque se sostienen otros criterios parece que es a partir del siglo XVI cuando nuestra kutxa se consolida con tallas artísticas en muchos casos rosetones. Puede decirse que desde el siglo XIX no se produce una evolución significativa.

Actualmente se siguen construyendo kutxas en muchos casos de gran valor artístico, si bien con fines exclusivamente decorativos y adaptados a las viviendas, tanto en tamaño como en la sustitución de la tradicional tapa superior por otra lateral, lo que permite utilizarlos como soportes de diversos objetos generalmente ornamentales.