El difícil oficio de restauración

El oficio de restaurador de libros o documentos en base de papel o pergamino requiere conocimientos y actitudes, así como experiencia que hacen singularmente difícil el dominio de esta profesión. Esta circunstancia y una demanda en gran medida vinculada a la Administración Pública hace que en el País Vasco sea muy reducido el número de estos especialistas que Antxon Aguirre Sorondo cifra en torno a una decena (Euskonews-Artisautza 2004/04/02-23).

Como en otras actividades la de restaurador de libros y documentos también requiere una cierta vocación o disposición personal. Pero quizás sea la exigencia de este trabajo de unos amplios conocimientos científicos, sobre todo de química, lo que le diferencia de la generalidad con otras labores básicamente manuales y explica el que gran parte de los especializados en este trabajo sean titulados superiores.

A lo que antecede hay que añadir que resulta fundamental contar con muy buena vista y ser paciente para superar “la lentitud con que avanza el trabajo”, así como los muchos “tiempos muertos” que se producen en esta actividad. Una cierta habilidad manual y la prudencia también son necesarias en el desempeño del trabajo.

Aunque la formación básica y sobre todo los cursos de especialización, en otros países como Italia, son muy prácticos al inicio en el oficio es muy conveniente la tutela de un maestro. Una vez superada esta fase la realización de cada trabajo aporta nuevas enseñanzas.

Al no ser un oficio singularmente creativo, ni tener relevancia pública, es muy poco conocido fuera de los ámbitos en que se desenvuelve.

El proceso de restauración