Preparación de los materiales

Son numerosos los vegetales con estructura adecuada para obtener fibras textiles con que fabricar cuerdas siendo el cáñamo el más adecuado y utilizado.

Tras su siembra y hacia el final del verano cuando el brote empieza a tener un color amarillo se inicia la recogida de las cañas que agrupandolas en haces se sumergían en agua hasta lograr un cierto grado de pudredumbre y poder proceder al agramado es decir la separación de las fibras del cuerpo de la cañamiza (el desperdicio). Solo una gran experiencia permitía determinar la duración de la inmersión (entre cuatro y doce días) que dependía sobre todo del grado de maduración y de las condiciones medioambientales. Terminada esta operación se procedía al secado apoyando las haces unas contra otras para posteriormente y tras su desatado extenderlas en el suelo. Este sistema es el más económico, aunque también se han utilizado el vapor de agua y los baños electrolíticos.

La separación de las fibras que van a constituir la hilaza se hacía a mano aunque también por procedimientos con alguna mecanización, obteniéndose el cerro o cáñamo bruto que contiene pequeños fragmentos de cañamiza que se separaban por espadillamiento, operación que consiste en separar dichos pedazos por medio de una espadilla.

Casi limpio el cáñamo se peinaba haciéndolo pasar por puntas afiladas de acero, con lo que acaba de perder los restos de cañamiza con lo que adquiere mucho mayor suavidad precediéndose a la separación de los que sirven para fabricar cuerdas o solamente para estopa.

Aunque en nuestro entorno sobre todo en Navarra se sembró cáñamo lo habitual es que llegara ya preparado y en madejas principalmente de Callosa de Segura (Alicante).