Sopladores de vidrio

El hombre en su afán de disponer de productos que imitaran las variadas vitrificaciones que ofrece la naturaleza, desarrolló, a lo largo de la historia, diversas tecnologías que le permitieran su obtención. Pero fue la invención de la técnica del soplado del vidrio, posiblemente en la siria Sidón o en Egipto, 30 años a. C, la que supuso una auténtica revolución al posibilitar la fabricación de los más diversos objetos de esta sustancia, que podían competir con las producciones de cerámica y metal que eran las habituales de la época entre los utilizados para el uso doméstico y decorativo.

El vidrio se obtiene mediante la fusión y posterior solidificación de una mezcla de productos vitrificables (sílice más alumina) básicos o estabilizantes (calcio) y fundantes (óxido de sodio o potasa). La proporción necesaria del primero es del 69 a 75%, del segundo entre el 11 y 16% y del tercero los restantes 10 al 15%.

Cuando la mezcla adquiere el grado de fusión que el maestro artesano considera suficiente, introduce en la balsa o crisol del horno, un tubo de acero refractario al calor (para evitar deformaciones), conocido como caña de soplar, a cuyo extremo se adhiere una parte de la masa. El artífice sopla por el otro lado de la barra, logrando crear una burbuja (o posta) que puede hacer crecer a su voluntad. A su vez utiliza la fuerza de la gravedad para darle la forma deseada (estirar, achatar) y con diversas herramientas y rápidos movimientos logra la pieza buscada.

El soplado de vidrio no ha evolucionado de forma apreciable con el transcurso del tiempo, llevándose a cabo en nuestros días como hace siglos, salvo la madera y los carbones (vegetal y mineral) que eran antiguamente utilizada como combustible y que han sido sustituidos por fuel-oil, gases o electricidad.

El vidrio

Sopladores de vidrio Sopladores de vidrio fotografía, publicada en La Voz de España el 5 de diciembre de 1973.
Sin especificar el lugar en que fue tomada. (Fototeka Kutxa)