De la caseta inicial al Gran Hotel

Pedro de Zeaorrorte (1) dio a conocer en 1822, la después famosa leyenda que acompaña al descubrimiento de las aguas de Guesalaga, más conocidas como las de Cestona, según la cual: "Perros y otros animales afectados de sarna, que habiendo pasado casualmente por la inmediación de la fuente, se metieron con ansia en sus aguas, y quedaron libres de sus males,que tal vez habían sufrido por mucho tiempo"; finalmente añaden, que las truchas, anguilas, y otros peces, que se cogen en la parte del río, que recibe las aguas thermales, son más sabrosos, y delicados, que los cogidos en otro punto cualquiera. Todos los autores señalan que tan importante descubrimiento ocurrió en 1760.

Poco después (1774), la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País, se refiere por primera vez a las mismas, siendo crecientes los análisis y estudios en las siguientes décadas. En cualquier caso, a fines de 1776 ya existía en el lugar, una caseta de baños, aunque las aguas no fueron declaradas de utilidad pública hasta 1792.

Cuando dos décadas más tarde, en Septiembre de 1797, Jovellanos visita las instalaciones, le merecieron una opinión muy crítica(2), al manifestar: "Puente de Cestona: desde él vemos los célebres baños; a ellos: primero, casita con una fuente estrecha y sucia; un viejo tomaba allí chocolate y pedia sudores; luego otra casita con su cocina y cuarto; y en un corralillo otra fuente con dos caños, que caen en dos alberquitas hondas, formadas de pizarras, que son los baños, al raso; todo ruin; el agua no llega al grado de tibia, sino como caldeada al sol; son de D. Manuel Lili, arrendados en mil reales; hay un proyecto y planos para nuevos baños, valuados en cuatro mil ducados; disputas entre la Villa y el propietario sobre recompensa; al cabo, Lili vende su derecho por el capital correspondiente a su renta. Se espera la facultad real.".

Pero los propietarios de los terrenos donde se encontraban las aguas minero-medicinales de Guesalaga y hasta el Ayuntamiento de Cestona, se habían convencido de las posibilidades socio-económicas de su explotación, por lo que, tras las incidencias habituales en la época en circunstancias similares, se abordó la construcción de un balneario.

Baños de CestonaBaños de Cestona. Litografía siglo XIX. Museo San Telmo - San Sebastian.

Las obras duraron varios años y la nueva "banu-etxea" se puso en marcha en 1808, siendo numerosas las reformas de los años siguientes, logrando unánimes elogios de los visitantes, no solo del hotel, sino de los baños, que estaban localizados en un departamento contiguo a la fonda, a su izquierda. Contaba con nueve soberbias bañeras, siete de mármol y dos de hojalata. Había, así mismo, chorros, baños de agua dulce, estufa y la fuente para bebida de agua medicinal. Todas las bañeras estaban colocadas en gabinetes separados, provistos de todo lo necesario para el servicio, que prestaban un bañero y su esposa. (2)

Cuando Francisco de Paula Madrazo visita Gipuzkoa, en el verano de 1848 (3), fueron abundantes los elogios a los baños de Cestona, a los que considera: "Tienen un cierto sabor y ciertas pretensiones aristocráticas que no se encuentran en tan alto grado en los demas (casas de baños)".

Tras la descripción del conjunto del balneario, al referirse al local de los baños, manifestó que: "Dispone de todas las comodidades que se pueden apetecer. Los cuartos de baño esceden en belleza a los de otros establecimientos y reciben por medio de claraboyas una luz templada que, reflejando sobre las preciosas pilas de mármol, da à todo el recinto un agradable colorido. El agua es cristalina y no tiene olor. Su temperatura en un manantial es de 29 grados Reamur, y en otro a 27."

No es pues de extrañar que al marchar de Cestona dejara escrito que: "La luz del crepúsculo nos obligo á abandonar aquel lindo establecimiento, donde se come y se vive tan bien; donde hallan alivio las mas veces los males del cuerpo, y casi siempre las penas del alma, y que frecuentado por numerosas familias debe dejar todas las temporadas á su dueño un regular producto."

El número de agüistas que visitaban Cestona, fue en aumento favorable, por la visita, en verano de 1830, de un hermano de Fernando VII.

Madoz (4), para mediados del siglo XIX, evalúa en 800 el número de agüistas, lo que se ratifica en otro documento de la época. En 1898 ya llegaron a 980, y a 2.253 en 1908, llegando casi al doble, 5.947 en 1927.

A pesar de todo, las dificultades económicas estuvieron presentes en el acontecer del bañu-etxea de Cestona, pues ya en 1848, Francisco de Paula Madrazo, manifestaba su sorpresa al ver anunciada su venta "con todos sus enseres" en el Diario de Avisos de Madrid.

Aunque se produjeron varios cambios en la propiedad del balneario, las ampliaciones y mejoras fueron constantes, siendo la más destacada, a fines del siglo XIX, la construcción del "Gran Hotel" y los paseos y jardines que lo rodean, convirtiendo al establecimiento en uno de los más importantes del país. Azorín (5), puso de manifiesto su particular visión del balneario las primeras décadas del siglo XX. Después de la guerra civil no volvieron a recuperarse los niveles de concurrencia precedentes y el declive se agudizó poco antes de 1970.

Alameda del balnearioAlameda del balneario antes de 1915 (Album geográfico descriptivo del País Vascongado).

 

(1) Investigaciones analíticas y observaciones médicas sobre las aguas de Guesalaga, comunmente llamadas de Cestona. Bilbao 1822.

(2) Diario. Melchor de Gaspar Jovellanos.1915

(3) Una expedición a Guipúzcoa en el verano de 1848. Francisco Paula Madrazo. Imprenta de Gabriel Gil. 1849 Madrid.

(4) Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España, un 000 de Ultramar. Pascual Madoz. Madrid 1845-1858.

(5) Veraneo sentimental. Azorin. Librería general. Zaragoza.1929