La construcción de la montura

Los paraguas, parasoles y sombrillas están compuestos básicamente por una caña o eje central con mango, un armazón extensible que sostiene la tela, siendo ésta la que preserva al usuario de la lluvia y del sol. Su fabricación ha tenido entre nosotros dos partes bien diferenciadas. Por un lado, la construcción de la montura, que desde 1.921 prácticamente en exclusiva, la ha llevado a cabo Garay de Oñate y por otro, el montaje de la tela y el puño que se ha realizado en numerosos talleres de ámbito local o regional.

Desde el inicio de la fabricación de las monturas por Garay, la caña era de madera de roble, torneada a 8 y 10 mm., lijada y barnizada y las varillas de alambre de hierro de 3 mm. pintadas y también barnizadas.

La corona, nuez o pieza en la que se unen todas las varillas (8 habitualmente), se hacía de chapa de acero, al igual que el collante (también llamado “colante” o pequeño casquillo que desliza sobre la caña (arriba y abajo) y que se curvaba en prensas excéntricas diseñadas en la propia empresa.

Las articulaciones, “charnier” o “charnela”, también se hacían con chapa delgada en prensas manipuladas, en su gran mayoría por mujeres, que se adaptaban muy bien a esta labor por ser las piezas pequeñas, de poco peso y para cuyo manejo se necesitaba de especial habilidad.

También las labores de montaje eran efectuadas por un gran número de mujeres (hasta 160 a mediados de los años cincuenta), de una plantilla total de 200 personas, trabajando a destajo, logrando una producción de hasta 400 por día y trabajador. Primeramente,  colocaban a la varilla la articulación o “charnier”, uniendole la antena o tenedor (varilla más corta), para seguidamente unir la primera de ellas a la “corona” y la segunda al “collante” o casquillo que se desliza a lo largo de la caña, obteniendo de esta forma el conjunto de varillas articuladas, conocido como “araña”. Finalmente introducían la caña o eje del paraguas por el collante y la corona, remachaban esta última y quedaba montado el conjunto del armazón.

Reparación del paraguasLa reparación del paraguas, ha dado trabajo a numerosos artesanos en nuestro país.

Hacia 1926 se planteó la conveniencia de sustituir el eje central o caña (tringla) de madera, por otro de tubo metálico de 8 mm. de diámetro, como ya lo habían hecho los principales fabricantes europeos.

Las circunstancias de la época y la capacidad de los trabajadores de Garay, aconsejaron fabricar el nuevo eje de tubo en la propia empresa, obligando a modificar, de forma importante, los sistemas y equipos de trabajo, lo que se llevó a cabo incorporando tecnología y medios productivos alemanes que incluían instalaciones de baños electrolíticos para niquelar las piezas que así lo requerían.

Los modelos y tamaños fueron diversificándose y ampliándose de forma que hacía 1933 se fabricaban del orden de 750 tipos diferentes de armazones variando las longitudes de las varillas desde 33 ½ cms. (para niños) hasta 61.

Por los años 1957-60 se diseñaron nuevos modelos basados en monturas telescópicas (la mitad de la caña se introducía en la otra mitad, y las varillas que se componen por primera vez de piezas articuladas, se doblaban sobre sí mismas), permitiendo el plegado y la reducción del tamaño de paraguas.

Al mismo tiempo se sustituían algunas piezas de chapa (corona, collante...) por otras de plástico niquelado, y hacia 1960-65 se sustituyó la varilla metálica redonda por perfil en forma de “U”, que aportaba una mayor rigidez y ligereza.

Con el tiempo y de la mano del fuerte aumento de la demanda, la producción fue aumentando siendo del orden de 10.000 armazones al día hacia 1960-65 y de 15.000 hacia 1970.

En 1975 fue diseñado y patentado un nuevo modelo de armazón plegable y telescópico conocido con el nombre de “toples” que tenía la particularidad de que al ser cerrado el paraguas, las varillas se plegaban automáticamente, simplificando, de esta forma la operación de recogida y cierre.

Con el paso de los años las modas iban cambiando lo que obligaba a ir modificando el diseño y acabado de los numerosos modelos, de forma que hacia 1988-90 los armazones se barnizaban y se les daba colores de plata y dorados, la tringla  o caña volvía a hacerse de madera barnizada con muy buen acabado, al igual que en los años veinte y se reducen los tamaños siendo los principales de 48 ½ y 61 cm. de longitud de varilla.

A pesar de las innovaciones incorporadas al diseño y a los procesos las dificultades para su venta iban en aumento, principalmente debido a la fuerte competencia primero de fabricantes de Portugal y más tarde de los países con mano de obra de bajo coste, lo que determinó se cesara los años noventa, en la fabricación de armazones para paraguas.