La fábrica

La familia Zarate instaló una fábrica con sus dependencias a pie de carretera a unos dos kilómetros de la mina de Piquillos, justo en los límites de Paúl y Arbigano donde se procedía a la calcinación, molienda, mezclas y envasado del yeso. Esta última operación que exigía el cernido con criba, es considerada por los trabajadores veteranos, “como la tarea más dura”.

Restos de la fábrica de yesoRestos de la fábrica de yeso de la familia Zarate. (Carmelo Urdangarin 02/03).

La fábrica disponía de reducidos medios materiales según un expediente de registro de 1940 del Distrito Minero de Guipúzcoa del que, en la época, dependía Alava. Pero en 1947 “se monta otro motor de gasolina de 30 H.P. para complemento de la fuerza de que disponemos que viene restringida y es insuficiente para poder fabricar las cantidades de yeso que las obras a que suministramos nos requieren”.

En la ya citada “Arqueología industrial en Alava”, en la fábrica, primero se instalaron dos hornos intermitentes de ocho metros de altura y planta circular, revestidos de ladrillo refractario y forrados de cascajo y mampostería, con carga superior y descarga manual inferior a los que los primeros años veinte del siglo XX se añadió un tercero de las mismas características. Junto a los hornos se organizaban las dependencias de trituración (molino de martillo), ensacada y almacenaje; además de las próximas casas del encargado y oficinas”.

Según las informaciones oficiales disponibles en 1969, la inversión en capital fijo superaba ligeramente los dos millones de ptas. que llegaron a 2,6 en 1977.

galería minera de PiquillosSección longitudinal de la galería minera de Piquillos, hacia los años sesenta del siglo XX. (Dibujo de A. Brazaola 10/02).

El transporte del yeso que se había llevado a cabo con carros de bueyes desde la cantera hasta la “carretera general”, hoy A 2.622, y desde allí a la fábrica, inicialmente en leras, tiradas por mulos se vio profundamente alterado por la instalación los primeros años del siglo XX de la línea de baldes soportaba inicialmente en una veintena de caballetes de madera entre quince y veinte metros de altura que fueron sustituidos en algunos casos, por otros metálicos.

José Ortiz de Urtaran Díaz, informante al que anteriormente nos hemos referido, recuerda que era frecuente que de los baldes que pendían de los cables aéreos se desprendiera yeso que recogían los lugareños, transportándolo hasta sus casas en carros de bueyes para cocerlo utilizando leña de pino en la boca del horno de pan. Tras cribarlo, el yeso más fino lo utilizaban o vendían para revocar paredes y el más grueso para la construcción de suelos.

Plano de PiquillosPlano de Piquillos.