Fideos y macarrones

La tarea de estos artesanos no estaba exenta de dificultades pues la matera prima que utilizaban principalmente, harina de trigo, cebada ó centeno, estaba intervenida "constituyendo su uso contrabando lo que no ocurría con el maíz". En los molinos había dos juegos de piedras: unas "blancas" para obtener harina para la alimentación humana que estaban precintadas y otras "negras" (por su color más oscuro) para el sustento animal. Sólo una cierta tolerancia de los encargados de la vigilancia, en ocasions interesada, "no enterarse" y la picaresca, como "levantar" los sellos, hacía posible su trabajo.

Siempre trabajaban en pareja, Segundo López de Arana con Cirilo Aguirre (1920) por requerirlo la tarea aunque en ocasiones lo harían con ayuda del cliente. En los caseríos elaboraban la pasta en la cocina de cada casa y en los barrios en dos o tres lugares para todos los demandantes.

Máquina montada despieceMáquina montada despiece, despiece y discos. A la izquierda, para macarrón (15 orificios) y a su derecha para fideo (150).

En los casos de los fabricantes sedentarios "los demandantes acudían a sus domicilios y se llevaban los fideos ó macarrones" aunque les gustaba ver cómo se hacían pues "era mucha la desconfianza".

Con la harina siempre aportada por el cliente, el artesano hacía manualmente la masa en una "gabella" de madera parecida a una artesa añadiendo harina, agua hirviendo y anilina vegetal para darle color amarillento, aunque algunos utilizaban un barreño de barro más ancho por la boca que por el asiento llamado el "barrañón" que tenía el inconveniente de enfriar antes la masa. Un veterano afirmaba "que la elaboración de la masa era lo más complicado pues tenía que ser gorda, ya que si salía delgada podía estropear el trabajo."

Los pedidos más frecuentes variaban entre 2 y 20 Kg. aunque si eran molineros podían llegar a los cien, que los vendían "a clientes fijos de Bizkaia y Gipuzkoa".

Para la elaboración de los fideos y macarrones utilizaban una máquina sencilla formada con un cilindro, como elemento fundamental, que se acoplaba a una base sujeta en una superficie plana, generalmente una mesa, mediante dos sargentos. En su interior se colocaba la masa previamente elaborada, introduciendo un husillo portando un émbolo basculante que presionaba la pasta de forma que al pasar por distintas clases de discos agujereados (plantillas) según productos y tamaños, permitía obtener los fideos y macarrones.

Uno de los artesanos hacía girar "el volvedor" (el husillo) mientras el otro realizaba dos operaciones al mismo tiempo. La primera recoger el producto enrollándolo en palos de avellano que hacía avanzar de derecha a izquierda para colgarlo en forma de hebra ó madeja para evitar que los fideos o macarrones se junten formando una masa. La segunda utilizando la otra mano, es ventilar con un cartón, el "soplillo" para conseguir su más rápido enfriamiento. Se terminaba colocando los palos entre dos sillas en el desván o en otro local con las ventanas abiertas a fin de lograr que haya corrientes de aire. Las varas utilizadas llamadas "latas" de 1.5 metros de longitud sin curvaturas, abundaban en nuestro país.