Un oficio singular

En nuestro país los barberos/peluqueros en las pequeñas poblaciones compaginaban su actividad con los más diversos oficios, como los de sacar los dientes, afilador, corte de pelo de ganado caballar y ovino y tratamiento de su lana o bien ejercían como linterneros y organistas, siendo varios los comadrones.

En ocasiones tenían que afeitar y hasta preparar a los difuntos para el velatorio. Además siempre se les ha exigido una gran disposición de servicio, pues se les reclamaba a cualquier hora (por acontecimientos familiares o viajes de sus clientes), teniendo además que adaptarse a las opiniones ajenas sobre cualquier tema. Su trabajo se concentraba los fines de semana, en los que tenían que realizar jornadas interminables.

Julián Munduate recuerda que "a domicilio era más frecuente el corte de pelo que el afeitado, debiendo hacerles la corona a los sacerdotes". Los baserritarras visitaban la barbería "bizarra kentzeko" una vez a la semana y hasta cada quince días, lo que no dejaba se ser un pequeño acontecimiento, pues facilitaba la relación con los convecinos y el intercambio de opiniones, sobre todo en temas relacionados con el trabajo. Asimismo las informaciones a que se tenía acceso en la barbería, permitían estar al día de los acontecimientos sociales de la comunidad.

illa de hace unos doscientos añosSilla de hace unos doscientos años adaptable al afeitado o al corte de pelo. (Foto Amaia Ros).

El afeitado exigía llevar a cabo varias operaciones, empezando por la de "mojar y jabonar" (bizarra beratu) ardua labor en la época (orduko bizarrak gogorrak ziran) que llevaban a cabo los aprendices para pasar al afeitado, lo que efectuaba el maestro "cogiendo la navaja con la mano derecha con el dedo puesto entre el extremo inferior de la hoja y el mango y haciendo permanecer la piel todo lo tirante posible, con los dedos pulgar e índice de la mano izquierda" para terminar con el "descañonado o repelado" y el lavado de la cara con agua limpia y su enjuague con un paño o toalla.

El oficio de barbero/peluquero compaginado con otros oficios, como hemos señalado, ha permitido un "buen pasar" relativo. En 1877 (manual instructivo para el barbero del pueblo de Vicente Gay), se cobraban 12,5 pesetas anuales por dos servicios semanales en el domicilio del cliente, lo que en la barbería bajaba a 6 pesetas y a la clase jornalera 4 pesetas. En el interior de Guipúzcoa, los años treinta y en algunos casos después de la guerra civil "se ajustaba" pagándose los servicios anuales en "imiak" (cuartas partes de una fanega) de trigo o "lakaris" (celemines). Cada afeitado en 1.930/32 se cobraba 0,2 pesetas, lo que se multiplicó por cuatro poco después. En 1940 llegaba a dos pesetas y a 4/5 a mediados de los años cincuenta. A su vez el precio del corte de pelo "importante para vestir bien la chapela" era de 0,15 pesetas (1916/1920).

Sin que se sepan las causas, afeitar siempre ha sido más barato a pesar de ser un trabajo más difícil que el corte de pelo.