Profesión dura

Con independencia de las duras condiciones tradicionales del trabajo del taxista, recordemos que prácticamente actuaban a la intemperie hasta los años cuarenta, eran necesarios amplios conocimientos de mecánica, pues se encargaban, no solo del mantenimiento de los vehículos, sino de la mayoría de las reparaciones, como el ajuste de los pistones con rasqueta. Las malas carreteras y las "recauchutadas" cubiertas, obligaban. con frecuencia, a reparar los pinchazos en ruta al no ser suficiente la rueda de repuesto de llantas macizas que llevaban en el exterior de los taxis, lo que hacía que cada viaje tuviera algo de aventura.

Tradicionalmente han llegado a ser taxistas trabajadores de talleres mecánicos, así como conductores de camiones y en algunos casos, quienes disponiendo de recursos invertían en un vehículo que conducían sus hijos. Sobre todo en los pueblos con frecuencia simultaneaban este trabajo con otros que no requerían una plena dedicación.

Hasta mediados los años sesenta en los pueblos los principales clientes de los taxistas, eran los que acudían a médicos de lugares distintos a los de su residencia, para los traslados de enfermos o accidentados a clínicas o sanatorios,(ejerciendo la misma función que las actuales ambulancias) o los sanitarios que eran requeridos desde los caseríos, así como las ferias, bodas y entierros, también daban trabajo a los taxistas. En la medida en que mejoró el poder adquisitivo, los viajes de diversión, sobre todo a Bilbao, fueron importantes. Las largas esperas al cliente eran habituales.

Merece un recuerdo la figura del taxista que rodilla en tierra, abría la puerta al sacerdote que llevaba el Viático al enfermo, casi siempre terminal y a cuyo domicilio le iba a transportar. También les acompañaban para la bendición de los campos.

Se les exigía una gran discreción y en el medio rural era uno "de los ilustrados" que hacía de guía en la capital.

TaxiClásico taxi de los años veinte. (Fototeka Kutxa).

BicicletaLa bicicleta era el medio habitual de transporte en 1924/1925 en que está tomada la fotografía en la plaza de Azpeitia (Fototeka Kutxa).

Los taxistas hasta épocas recientes han estado poco compensados económicamente. Los precios, los primeros años sesenta, giraban en torno a las 5 ptas./km. y un mínimo de 25 ptas., aunque siempre cabían pactos a la baja. Hay que recordar que la gasolina costaba 10 ptas. litro. Además al ser autónomos tenían que hacer frente a la Seguridad Social. El número de km. anuales de servicio recorridos podría rondar en torno a los 20.000/25.000 anuales, frente a los más de 100.000 actuales. Un cierto contrabando en la posguerra, supuso, en no pocos casos, un notable alivio.

Al contrario de lo que ocurría con los taxistas de los pueblos cuya relación con los clientes era, casi siempre, cuasi-familiar, en las poblaciones mayores se pasó desde la exigencia de un cierto servilismo, hasta el trato distante, lo que se tradujo en el endurecimiento de los profesionales sujetos además a la actuación de picaros y las últimas décadas de ladrones.