Taxistas para todo

Los viejos taxistas recuerdan infinidad de circunstancias singulares que tuvieron que superar a lo largo de su vida profesional.

Cuando el taxista de un pueblo costero recibió el encargo de uno de los médicos locales para que trasladara a la clínica a una parturienta, cuando ésta le llamara, distocia social le dijo, ni le preocupó la causa, ni sospechó el lío en que se iba a meter.

Lo cierto es que pocos días después, la parturienta llamó al taxista para que la llevara a parir a la clínica de Eibar, lo que se apresuró a cumplir. Cuando la recogió, las quejas eran sonoras pero el taxista pensó que las andaluzas, pues de una andaluza de trataba, se quejaban mucho, y que como había ocurrido siempre llegarían sin mayores novedades al destino.

Distintos medios de locomociónCuriosa coincidencia de distintos medios de locomoción en febrero de 1974 en Bilbao.

Las quejas iban en aumento y a los pocos kilómetros se acompañaban del anuncio de un parto inminente en lo que el taxista no creía, pero comprendió su error a la altura del campo de Lerun en Elgoibar, al escuchar los primeros sollozos del recién nacido.

Todo acabó bien pero las angustias de los diez kilómetros siguientes las recordará siempre el taxista.

Los taxistas tenían un relación bastante singular con los centros sanitarios que con frecuencia se negaban a recibir a los heridos en accidentes porque "no les correspondía" al no estar asegurados o estar prevista la asistencia en otros centros. También era frecuente el "no hay camas", con lo que los conductores tenían que afrontar problemas importantes.