Reformas, ampliaciones y reparaciones

Los constructores de caseríos frecuentemente también realizaban reformas, ampliaciones y reparaciones en los caseríos existentes, bordas para el ganado y otras construcciones rurales, guiándose por los mismos criterios utilizados en el diseño de nuevos caseríos.

Los cambios en la estructura de madera del caserío y tejado se efectuaban utilizando el mismo tipo de material precedente. Según un veterano especialista "si las vigas de madera eran buenas y de dimensiones adecuadas, el trabajo se efectuaba más rápidamente que con materiales modernos, sin embargo se encontraban con frecuencia con dificultades para abastecerse de los tablones o maderas necesarios, por lo que muchas veces, ellos mismos debían cortar algunos árboles propiedad del dueño del caserío o seleccionarlos y comprarlos a otros".

Para aserrarlos y convertirlos en vigas elegían un terreno en pendiente y colocaban el tronco en posición horizontal apoyando uno de sus extremos en el suelo y el otro al aire sobre postes de madera. El tronco redondo se convertía en vigas cuadradas o rectangulares aserrándolo habitualmente entre tres hombres, dos debajo y el otro en pie sobre él, con largas sierras para tronzar que se accionaban hacia arriba y abajo manualmente.

Otros maderos se escuadraban y se les daba la forma deseada utilizando azuelas y hachas de filo largo (construidas para esta labor), en el mismo lugar de la obra. Las estructuras que soportaban las cubiertas de teja se preparaban y se montaban provisionalmente en el suelo, para una vez desmontadas volver a colocarlas en una ubicación definitiva, pieza a pieza, alzándolas por medio de aparejos de cuerdas y poleas, colocando primero el tirante, luego el pendolón que se fijaba provisionalmente con cadenas para finalmente colocar los "caballos", armando todo el conjunto con herrajes preparados a la medida, labor que realizaba habitualmente un herrero local.

En algunos casos los mismos constructores asumían la dirección y los trabajos de piedra y de la madera. En el caso de no dominar suficientemente este oficio, pedían la colaboración de un carpintero local, conocedor de estas labores y que generalmente efectuaba así mismo otros trabajos de tipo rural como construir o reparar carros y aperos agrícolas. En estos casos era el maestro constructor y cantero el que adquiría el compromiso ante el propietario y respondiendo ante el mismo.

Generalmente, los constructores de caseríos de los años cuarenta a setenta trabajaban a jornal, cobrando a tanto la hora, así como sus oficiales y peones, para finalmente añadir el coste de los materiales utilizados. En algunos casos daban un presupuesto orientativo que servía al propietario para evaluar sus posibilidades, y en muy pocos casos se comprometían a construir un caserío en base a una cantidad fijada previamente.

Las principales herramientas que utilizaban eran de su propiedad, en buena parte construidas por ellos mismos, siendo frecuente que compartieran con la familia del promotor del caserío la alimentación durante la jornada de trabajo.