El grabado a buril

Cuando utilizaba la técnica del buril con objeto de conseguir signos o surcos más profundos, había que conocer y dominar la rotulación. Previamente, tenía que calcular y marcar la extensión y distribución de cada grabado sobre la pieza, utilizando la regla y el compás manual para señalar cada letra o signo con un marcador de acero de afilada punta con el que dibujaba sobre el acero que previamente había manchando con minio o con tinta de imprenta, y siempre con arreglo al plano que proporcionaban los delineantes de la empresa.

A continuación ya utilizando buriles sólidos y de mayor tamaño que los de acabado y que golpeaba con un martillo, iba sacando virutas de metal de la pieza a grabar, produciendo incisiones, siguiendo los trazos previamente marcados, de forma que iban apareciendo los grabados deseados cada vez más profundos. Para ello se preparaba unos buriles que presentaban la zona de corte de forma oval y convexa con lo que se obtenía un surco cóncavo del tamaño que cada grabador deseaba.

El primer resultado de este trabajo era una grabación con letras y números no homogéneos, pero que se igualaban golpeándolos y trabajándolos con punzones de forma (extremo plano o convexo, recto o curvo) también llamados de fondo, pues se utilizaban principalmente para igualar los fondos de las grabaciones, y que el trabajador se preparaba para su consecución.

Efectuada esta fase del trabajo el grabador eliminaba con una lima fina las pequeñas rebabas que podían haber aparecido y terminaba su trabajo utilizando pequeños buriles de “esku aide”, ya descritos anteriormente, con sus extremos cortantes de diversas formas, que impulsaba con su propia mano y con los que cortando virutas de metal iba igualando formas, eliminando irregularidades, hasta conseguir unas figuras perfectamente homogéneas y definidas.

De esta forma, golpeando con habilidad dichos fondos y extrayendo pequeñas virutas, tanto en sus trazos rectos como en los curvados, llegaba a conseguir unas letras o números uniformes de gran tamaño ejecutados sobre los mismos cierres de los cañones de artillería.

Finalizaba la labor igualando la superficie con una lima adecuada y con papel de lija muy fino.

Generalmente, el grabador obtenía una copia de la labor realizada mediante los calcos o reproducción gráfica utilizando una tinta de imprenta para manchar la superficie trabajada y aplicando un papel sobre ella de tal manera que quedaban después bien visibles los signos, cuyo detalle facilitaba la preparación de posteriores labores de texto similar.

 Taller de mecanizadoOtra sección de la misma fabrica, en esta caso un taller de mecanizado en el que destaca el sistema de transmisión del movimiento a las maquinas, que se efectúa por correas de cuero y poleas fijadas en el techo, desde un motor único. Hacia 1939-40. (Foto cedida por SAPA PLACENCIA).

Montaje y comprobación de espoletasMontaje y comprobación de espoletas en la misma fábrica, hacia 1939-40. Destaca el gran numero de trabajadores, en su mayoría jóvenes, agrupados alrededor de las mesas. (Foto cedida por SAPA PLACENCIA.)