Adaptación a los cambios

En las localidades más industriales del Bajo Deba en general, pero de manera singularmente importante en Eibar, el transporte de mercancías en los años que siguieron a la guerra civil, tuvo una importancia extraordinaria. En las calles se cruzaban carros tirados por un caballo, y en ocasiones por dos, "karreteruak" y en la calle Estación, a determinadas horas, carruajes cargados, entre otros productos, con armas, máquinas de coser, bicicletas o chatarra, esperaban su turno para poder cargarlos en los vagones del ferrocarril. La figura de los pinches y aprendices cargados de escopetas o sus componentes, o utilizando carretillas que llevaban de un taller a otro, era también habitual. El Banco oficial de pruebas, donde obligadamente tenían que ir todas las escopetas, era un destino muy frecuente.

Los productos que llegaban por ferrocarril, desde pescado de Ondarroa, hasta frutas y verduras, principalmente de Berriz y Durango, a los que acompañaban las pescadoras y las baserritarras, se llevaban al mercado o se repartían a las tiendas por el mismo sistema. Esta oferta se complementaba con la que, en burros, llegaba desde la zona de Mallavia, Arrate Valle o del entorno de Aguinaga.

Al final de los años cincuenta y, sobre todo, desde el inicio de los sesenta, la situación empezó a cambiar con la aparición de los primeros vehículos a motor, en su gran mayoría, desechos de la II guerra europea, que terminó en 1945, entre otros, GMC, Austin Mack y Ford.

AlhondigaAlhondiga municipal de Eibar a principios del siglo XX. Carro y caballo esperan a la puerta. (Castrillo-Ortuoste Fondoa. Eibarko Udal Artxiboa).

Los "katillu" se adaptaron a la nueva situación comprando el primer camión en 1956. Con el transcurso de los años llegaron a tener doce camiones con grúa. Para entonces ya habían comenzado a especializarse en la manipulación, sobre todo, de máquinas y de otros bienes cada vez de mayor volumen y peso y cuyo desplazamiento en la accidentada geografía eibarresa, presentaba dificultades singulares. En opinión de quienes conocen estas tareas, el emplazamiento de grandes máquinas en talleres que no se construyeron para albergarlas, resultaba sumamente complejo. Solo en Placencia, eran todavía más difíciles.

Además, fueron ampliando el ámbito geográfico de actuación, al principio Eibar, más tarde la comarca, para pasar, a mediados de los años sesenta, a toda nuestra Comunidad Autónoma.

Esta actividad, el transporte y manipulación de grandes volúmenes y pesos, conllevaba notables riesgos por las condiciones en que se llevaba a cabo, muchas veces, en terrenos relativamente accidentados, accesos inadecuados y donde, hasta recientemente, una gran experiencia y esfuerzo físico eran muy necesarios.

El importe de los servicios prestados, inicialmente guardaba relación, solo con el tiempo empleado (un tanto alzado por hora), para a partir de los años sesenta pasar a tener también en cuenta los medios mecánicos utilizados.